La retracción de la actividad contractual es generalizada en todo el mundo, y se ha agudizado de forma dramática como consecuencia de la pandemia COVID-19
Freire Shipyard contaba hasta ahora con tres buques en cartera: el oceanográfico Belgica (de 69 metros, próximo a su entrega), el atunero congelador Monteraiola (el primero del programa de renovación de flota de Grupo Calvo) y un megayate de 111 metros, que se ensambla de momento en las instalaciones de Bouzas. Entre los buques de investigación que llevan el sello de Freire figuran unidades como el Sarmiento de Gamboa (España), RRS Discovery (Reino Unido), BAP Carrasco (Perú) o el Almostakshif (Kuwait). De hecho la compañía –la dirección está en manos de la cuarta generación de la saga familiar fundadora– cuenta con una buena penetración en países del Golfo y Oriente Medio. La patrullera multipropósito Sabah (Kuwait) o el también oceanográfico Taqnia Cyber (Arabia Saudí) figuran entre sus últimas construcciones.
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Shady Amin
Profesor asistente de Biología de la NYU Abu Dhabi
“Hay una falta de embarcaciones de investigación y otros equipos de monitoreo científico que puedan recopilar datos de alta calidad para formar la base de investigación marina en la región”
El 90% del agua potable que consumen los países del Golfo procede de plantas de desalinización. En 2008 y 2009 una inmensa plaga de algas forzó a la alianza de países de la región (Emiratos, Bahréin, Arabia Saudí, Omán, Catar y Kuwait, integrados en la Gulf Cooperation Council) a la clausura temporal de estas potabilizadoras. Los expertos científicos no han despejado el por qué de aquel fenómeno, ya que hasta ahora las aguas arábigas se han mostrado “resistentes” a estas plagas. El profesor asistente de biología Shady Amin –ejerce en la New York University Abu Dhabi– advirtió que uno de los problemas a paliar es la escasez de datos. Aludió a “la falta de embarcaciones de investigación y otros equipos de monitoreo científico que puedan recopilar datos de alta calidad para formar la base de investigación marina en la región”, apuntó en la conferencia Gulf Marine Environment, hace justo un año.
Hasta el pasado día 4, los últimos contratos que habían entrado en vigor en los astilleros de Vigo y Marín se quedaron en la cartera de Armón, si bien dos de ellos ya habían sido adjudicados en 2017. Eran dos de los siete pesqueros encargados por Nueva Pescanova, para Namibia y Mozambique, que se adjudicó el astillero por 42,5 millones de euros. La retracción de la actividad contractual es generalizada en todo el mundo, y se ha agudizado de forma dramática como consecuencia de la pandemia COVID-19. “La pandemia ha afectado a un mercado mundial de la construcción naval que ya se encontraba bajo presión después de un doloroso año 2019, en un entorno comercial de baja demanda, aumento de las tensiones comerciales y el proteccionismo”, ha advertido la patronal europea del sector, SEA Europe.