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La descarbonización exprés pasa factura

España pisó el acelerador de la transición energética y ahora empiezan a notarse las consecuencias de la velocidad. El mayor protagonismo de las energías renovables permitió que en 2020 el precio diario de la electricidad en el mercado mayorista (el conocido como pool) registrara sus niveles más bajos de los últimos quince años, pero al mismo tiempo el cierre de térmicas de carbón ha hecho que aumente la dependencia de las centrales de ciclo combinado en los momentos de mayor demanda eléctrica y las consecuencias se han visto en este gélido inicio del año, en el que el precio de la electricidad se ha disparado hasta picos nunca vistos en los últimos 19 años por el encarecimiento del gas.

La bajada de 2020.

La vicepresidenta y ministra para la Transición Energética, Teresa Ribera, siempre ha defendido que el incremento del peso de las energías renovables abarataría el precio de la electricidad porque sus costes operativos son bajos. El crecimiento de la generación renovable en 2020 (un 13,3% más) ha contribuido a que el precio medio en el mercado mayorista haya caído un 28,8%. Son cálculos de la consultoría energética ASE, que, no obstante, también destaca otros factores que han ayudado a la bajada del precio, como es el caso de la menor demanda eléctrica registrada (un descenso del 5,1% motivado por el parón económico de la pandemia del coronavirus), un precio del gas barato durante meses y una mayor eficiencia energética en hogares y empresas. El precio del gas comenzó a dispararse en diciembre, pero el impacto en el coste de la electricidad apenas se notó ese mes por la importante producción eólica. De hecho, el 12 de diciembre se registró el máximo histórico de generación eólica instantánea, con 19.588 MW, según fuentes de Red Eléctrica de España (REE). Con esa producción de los molinos de viento, no había hueco para que entraran las tecnologías más caras y el precio se contuvo.

La formación de los precios.

Hay que tener en cuenta que la fijación de precios en el mercado diario eléctrico se realiza mediante un complejo proceso de casación en el que las empresas generadoras de electricidad y las compañías comercializadoras lanzan cada día sus ofertas. Las energías más baratas, como la nuclear o las renovables, entran en la cesta primero, y las más caras, como las generadas en centrales de ciclo combinado o de carbón, entran si queda hueco. El precio que se paga a todas las centrales lo determina la última oferta que entra para satisfacer la demanda. Ahí está la clave. Con alta producción de renovables que reduce o anula el hueco térmico, con baja demanda de electricidad por los efectos del coronavirus y con un precio del gas contenido, la teoría del Ribera del abaratamiento de la energía funcionaba. Pero todo se vino abajo con el inicio de 2021.

La subida de este año.

El temporal de frío y nieve Filomena hizo que la generación de renovables (sobre todo, la eólica y la solar) descendiera y que la demanda eléctrica se incrementara con fuerza en toda España (del 4 al 10 de enero subió un 15,09% con respecto a la semana precedente y un 5,48% con respecto a la misma semana del año anterior, según REE). Ante ese escenario que no se había dado en todo 2020 había que tirar de las centrales térmicas de carbón y ciclo combinado. Pero en ese momento el precio del gas se había disparado por la mayor demanda en Europa y Asia (donde también hay una ola de frío) y por una reducción del volumen de gas importando desde Argelia. Cuando el gas se disparaba, la bala en la recámara solía ser el carbón; pero desde el pasado verano la mayoría de las centrales térmicas que quemaban mineral en España han cerrado. El pasado 8 de enero, cuando se superó el pico de precios desde 2002, el carbón llegó a cubrir el 6,46% de la generación, cuando en 2020, con menor demanda, apenas había superado el 2%. Las pocas calderas de carbón disponibles volvían a quemar mineral pero no eran suficientes para cubrir el pico de demanda. Por eso el gas sigue entrando en la cesta energética pese a su alto precio, y al ser la última oferta que entra para satisfacer la demanda marca el precio que se paga a todas las centrales, lo que dispara el precio mayorista de la electricidad. Está ocurriendo lo que distintas administraciones y asociaciones empresariales y sindicatos habían advertido a Ribera ante el cierre precipitado de las térmicas de carbón.

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El traslado a la factura.

Ni el fuerte incremento del precio de la electricidad en el mercado mayorista en este inicio del año ni el descenso registrado en 2020 se traducen en alzas y descensos de la misma intensidad en la factura de la luz. El precio mayorista solo afecta directamente a los consumidores con tarifa regulada (en Galicia, más del 60% de las familias están en el mercado libre y, por lo tanto, el precio es el ofertado por las comercializadoras) y hay que tener en cuenta que esos precios mayoristas apenas representan el 30% de la factura, el resto son impuestos, peajes de transporte y distribución, subvenciones a las renovables y otros costes.

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