Un tercio de las exportaciones gallegas se remiten a su destino final vía marítima, una ratio que supera el 56% en el caso de las importaciones, como constatan los datos de Aduanas. El año de la pandemia COVID ha dibujado dos fases contrapuestas en este tipo de transporte: frente a un primer semestre anémico, derivado de los cerrojazos a la actividad y el confinamiento, la segunda parte del año ha exhibido una recuperación consistente. Y ha acarreado una demanda de carga que, en algunos casos, ha pillado a las navieras desprevenidas. Hay containers desperdigados donde no se necesitan, y hay una tremenda escasez en puertos clave a nivel global. “China no da abasto para sacar todo lo que está produciendo. Y, a la vez, está aplicando unos protocolos [por la pandemia] que casi no es capaz de cumplir”, resumen desde una consignataria viguesa. En resumen: faltan contenedores vacíos, hay un enorme cuello de botella y los precios de los fletes se han disparado. Lo han notado ya, según pudo constatar FARO, empresas gallegas de piedra natural, pesqueras y de frutas. Para el primer caso, “estamos pagando 8.000 euros para un 20 pies (Twenty-foot Equivalent Unit, TEU) por el que antes pagábamos 1.000”, ilustra un directivo del sector. Los analistas especializados cifran la escasez en 200.000 TEU en todo el mundo.
Ahora que el puerto de Vigo ha entrado en la Champions de la fruta, los problemas derivados del COVID y el incremento de demanda de containers han impactado también sobre este producto. “En Sudamérica están en plena temporada, y se encuentran con que no hay equipos”, exponen las fuentes consultadas. El Consejo Europeo de Cargadores (European Shippers) acaba de dirigirse a la Comisión Europea para que interceda en la búsqueda de soluciones, ante un escenario que tachan de “insostenible”. “Vemos que no se están cogiendo algunas reservas, sobre el papel los barcos van llenos. Pero porque se están haciendo reservas que no se completan, muchas veces porque los clientes no son capaces de superar todos los controles COVID”. Como ejemplo, esta consignataria alude al puerto de Dalian (China). “Someten las cajas una a una a rayos ultravioleta. Hay un atasco enorme”. Y lo constatan también desde una de las principales pesqueras españolas. “Estamos notando escasez de contenedores por la concentración en China. Está afectando al precio”, resume un responsable.
El caso de la piedra natural tiene más aristas. Es una actividad netamente abierta al exterior, con importaciones y exportaciones, y está notando estas perturbaciones en ambos casos. “El factor Asia es lo que está causando los problemas en las importaciones. Hay una inflación de precios y una elevada demanda”, que motiva por causa del COVID. En cuanto a las exportaciones, este directivo del sector aprecia también una “falta generalizada de equipos”. En el último semestre el granito gallego ha experimentado una buena evolución, y necesita containers de carga seca. “Es un material digamos que agresivo. Un oferente de transporte prefiere llevar un contenedor de paja a uno de granito, porque daña menos (el recipiente)”. Y lo mismo sucede con la naviera, “el barco va menos cargado”. En suma, tanto el déficit de oferta de TEU como que la piedra natural es poco friendly (amigable, en el sentido económico), son los factores que han arrastrado a esta industria a la pelea por huecos a bordo de un barco. El colapso comercial con Reino Unido, que ha provocado mediáticas colas en la antesala del Brexit, ha forzado incluso a las empresas a descargar contenedores en Amberes o Rotterdam, para transportar después la mercancía por camión.
Analistas como DSV o Jon Monroe anticipan que este panorama no se resolverá hasta, al menos, mediados de febrero (el año nuevo chino se celebra el 12).