Dos tuits. Esa es toda la información que tiene el sector pesquero europeo por parte del negociador comunitario Michel Barnier en torno a las horas decisivas que se viven para la resolución del Brexit. En ellos, el francés apenas informa que las conversaciones con la contraparte británica están en un momento “crucial” y que la Unión Europea “sigue comprometida con un acuerdo justo, recíproco y equilibrado”. No hace alusión –ni desmiente– la propuesta en torno a la pesca que inquieta desde el viernes a la industria de los Estados miembro afectados y que ha provocado ya dos reuniones de urgencia de la flota española con el Ministro de Pesca, Luis Planas, y su equipo. “Lo único que se sabe es que estamos jodidos”, explica el representante español en la Alianza Pesquera Europea (EUFA), Iván López. Su frase no es para menos. Como informó este periódico, Barnier puso encima de la mesa de David Frost –negociador británico– una “oferta final” en la que la UE cedería un 25% de las cuotas que captura en aguas británicas (equivalente a unos 160 millones de euros) y aceptaría un período de transición de seis años que incluiría el acceso a aguas. El impacto, que sería diferente por países, superaría los 33 millones de euros anuales en el caso español, lo que se traduce en unos 200 durante el tiempo que durase el impasse. Una cifra que escandaliza a la flota gallega y del resto de España.
El cálculo, realizado por FARO, tiene como base los precios de primera venta de 2019 en Galicia y el reparto de cuotas para 2021 que Bruselas adoptó este mes en forma de prórroga para aquellos stocks afectados por la desconexión de Reino Unido. Los 33 millones anuales corresponden a las toneladas de posibilidades de pesca que España dejará de recibir de las especies de mayor interés para Galicia, como son merluza, rape, rapante, cigala, raya, bacaladilla, caballa y jurel. Solo en el caso de la merluza, el pescado que mayor facturación deja en las lonjas de la comunidad ( 112,1 millones el año pasado) España perdería casi 6.000 toneladas.
Sin embargo, las cifras se amplían con otros stocks que también serían cercenados con la propuesta de Barnier y su equipo, como son maruca, besugo, sable negro, granadero, brosmio, mielga o abadejo, especies para los que España cuenta con una cuota más escasa por el reparto del –mal llamado– principio de estabilidad relativa.
“Hay un montón de números dando vueltas y algunos son peores que otros”
El también miembro de la patronal española Cepesca y de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI) asegura que “el impacto no va a ser mínimo” si la propuesta sale adelante, aunque también confirma que el sector presentará batalla. “Defenderemos que no nos sirve hasta la extenuación, de forma clara y meridiana, como lo hemos hecho siempre”, concreta el armador vigués.
López también recuerda que si el planteamiento es aceptado por Londres –complicado, ya que su demanda se sitúa en un mínimo del 60% del valor de las cuotas– también supondrá un problema de cara al futuro. Y es que una vez superado el período de transición ambas partes se volverían a sentar para alcanzar un acuerdo pesquero en el que esta reducción del 25% de las cuotas sería el punto de partida, difícilmente remontable.
La premonición sobre el asfalto de un “no acuerdo”.
Colas kilométricas de camiones. Es la viva imagen de un escenario sin acuerdo para la desconexión final de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit). Empresas europeas y británicas, con ánimo de anticiparse a una ruptura total a partir del 31 de diciembre, han sacado a las carreteras sus mercancías. La diferencia está en ahorrarse no solo una cuota arancelaria, sino de evitar un complejo entramado burocrático en puertos como el de Dover (en la imagen) o Calais. Un pacto comercial sería el antídoto contra la repetición en bucle, al menos durante las primeras semanas, de una fotografía como ésta.
Fecha límite
Superada, una vez más, la fecha límite, la pesca sigue siendo uno de los principales obstáculos para que se Barnier y Frost cierren un acuerdo. A pesar de que el Parlamento europeo les dio hasta la medianoche de ayer para presentar un pacto negociado con posibilidades para que pudiese ser aprobado antes de la ruptura definitiva el 31 de diciembre, fuentes cercanas a la negociación informaron que el debate continuará estos días. Una nueva fecha sería Nochebuena, aunque ninguna fuente oficial pudo confirmarlo.
Según fuentes del Gobierno británico consultadas por Europa Press, Bruselas debería presentar un “cambio sustancial” de su postura para llegar a un acuerdo que regule la relación entre ambas partes tras la salida de Reino Unido, mostrándose ayer muy pesimistas sobre la posibilidad de un pacto en el último minuto por los numerosos puntos de desencuentro. La pesca, pese a ser uno de los escollos principales, no es el único, ya que todavía hay serias diferencias en el terreno del level playing field (igualdad de condiciones) y de los subsidios a las empresas, más necesarios y clave que nunca por el impacto de la pandemia del COVID.
“Una vez más se está sacrificando al sector; nos jugamos la supervivencia”
–Barnier guarda silencio. ¿Por qué tanto secretismo?
–Estamos desconcertados. Pese al contacto continuo de la flota con Barnier y su equipo, el sector se enteró de la “oferta final” a través de otras fuentes. Imaginamos que ahora que entramos en la recta final del Brexit, la Comisión prefiere negociar y pactar sin estar sujeta al escrutinio de los que serán finalmente los que sufran las consecuencias, los pescadores. Nos parece una equivocación.

–¿Deberían los países aceptar un acuerdo con esta propuesta?
–La respuesta es un no rotundo y unánime por parte de toda la flota europea. Tenemos la sensación de que una vez más se está sacrificando al sector para encontrar lo que consideramos un mal acuerdo. Pedimos a la CE que se ajuste al mandato de los gobiernos y que protejan a sus flotas, nos jugamos la supervivencia.
–¿Qué saben sobre las cifras?
–Lamentamos que se están tomando decisiones en base a números y valores económicos, sin atender a la cadena de valor y al impacto socio-económico real. Recordamos que un empleo en el mar genera cinco empleos en tierra Si como resultado del Brexit hay un 25% o más de reducción de flota, ¿quién va a pagar los platos rotos? Esto impactaría en la credibilidad y legitimidad de la política pesquera común, básicamente europea, lo que alimentará el euroescepticismo en los estados más afectados.
–¿Qué deberían hacer los países?
–Los gobiernos europeos han realizado un excelente trabajo de defensa y coordinación durante toda la negociación. Los estados europeos deberían seguir formando un frente común y presionar a la CE a que respete el mandato del Consejo de la UE. El Parlamento europeo está igualmente jugando un papel fundamental. Solo pedimos que se defiendan a todas las industrias por igual y que no se sacrifique el futuro del sector pesquero para salvar un mal acuerdo.