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Soledad empresarial

Decir que la depresión es una enfermedad muy extendida no es ninguna novedad, solamente hay que ver la gran cantidad de medicamentos antidepresivos que se dispensan en las farmacias para concluir que estamos ante un problema no menor.

Si circunscribimos este problema a las pequeñas y medianas empresas que constituyen el grueso de la ocupación laboral y de responsabilidad empresarial en nuestro país, vemos que la tensión habitual de tener que atender a los muchos problemas, independiente de como se encuentre tu estado de ánimo y muchas veces en soledad, hace que los empresarios que conviven a diario con estrés permanente sufran la temida ansiedad y consecuentemente en el peor de los casos la depresión.

El desequilibrio mental es un mal sobrevenido por el modo de vida exigente que en el mundo de la empresa se ha impuesto de forma generalizada y lo malo es que se sobrelleva como los resfriados, estoicamente y de pie, sin inmutarse, tratando de no afectar a tu entorno y que no se enteren tus clientes, proveedores o empleados de la debilidad que, si bien es natural, no está bien considerada.

Esta sociedad estresada tiene que permitir desestigmatizar la enfermedad mental, más común de lo que pensamos y que debidamente tratada no debe suponer ninguna carencia, más bien al contrario, ocupándose de ella y tratándola ha de conducir a quien la padece a nuevas formas de ver el futuro, por tanto, hace rebrotar la confianza y la convicción de que el esfuerzo merece la pena y de paso abaratar costes derivados de la consecuencia de que una enfermedad trae a otra.

Buscar mediante la representación empresarial el acercamiento de los problemas de salud mental de los empresarios a las autoridades sanitarias, creándose programas de salud y motivación, tendrá positiva repercusión en la economía. Los problemas que atenazan a las empresas, ahora con el COVID salen a flote de forma más evidente y no existe la solidaridad social con quienes padecen de problemas inducidos desde fuera de la empresa, con lo que la soledad multiplica los efectos negativos.

La salud emocional y conductual del empresario es fundamental para la salud y a su vez para la economía. Daños en el sueño, en la energía, en la concentración, en definitiva, en el estado de ánimo deben cuidarse porque necesitamos empresarios plenamente motivados y sanos.

*Economista

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