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La falta de eficiencia empresarial lastra la competitividad de la economía gallega

La comunidad mejoró en 2019 su posición respecto al resto de las autonomías en capital humano y mercado de trabajo

| // XOÁN ÁLVAREZ

En la clase de competitividad, Galicia está en el grupo de alumnos que van aguantando entre equilibrismos para sacar un aprobado justito. No se sienta con los más rezagados, pero tampoco destaca a la cabeza de la promoción. Su nivel es “medio-bajo” y el curso del pasado 2019 acabó con una mejora “leve”, según el Consejo General de Economistas, que colocan a la comunidad en el puesto número 8 de su ranking regional. “Como era previsible, los resultados confirman el triángulo competitivo formado por los vértices de País Vasco, Cataluña y Madrid”, señala la entidad, que remarca la cada vez mayor relevancia de Navarra y La Rioja en toda esa parte del país, en detrimento de Aragón y, sobre todo, Cataluña, inmersa en “la atonía”. La clasificación de Galicia es incluso peor en alguna de las variables estudiadas por los economistas para medir la fortaleza económica de cada territorio. Además de la eterna asignatura pendiente de las infraestructuras, Galicia ocupa el furgón de cola de la eficiencia empresarial con la posición 14 entre las 17 autonomías tras “una caída importante” de dos posiciones en solo un año.

¿Qué es lo que el Consejo General de Economistas tiene en cuenta en su revisión del músculo del tejido productivo, en la capacidad de las empresas para aprovechar sus recursos? Pues cuantas compañías existen con más de 250 trabajadores, las que exportan regularmente a variación de la productividad real y los costes laborales, la proporción de mujeres empleadoras, el peso de la industria manufacturera sobre el Producto Interior Bruto (PIB) y la facilidad para hacer negocios. La calificación para Galicia en esta parte concreta del examen es “baja”, solo por delante de Castilla-La Mancha, Baleares y Extremadura.

Pese a subir dos escalones en el examen a las infraestructuras básicas, Galicia sigue ocupando uno de los últimos lugares del ranking. El 14 también. La comunidad se sitúa en el 7 en cuanto a entorno institucional –aquí influyen desde el número de delitos, a la transparencia de las administraciones, pasando por la desigualdad social y el esfuerzo fiscal–, aunque es el otro eje donde se produce el mayor descenso. En 2018 era la quinta mejor autonomía. Tanto en capital humano (formación de los trabajadores, esperanza de vida, abandono temprano de la educación y proporción de técnicos y profesionales científicos e intelectuales sobre el global de ocupados), como en mercado de trabajo (tasas de paro en diferentes colectivos, temporalidad y jornadas parciales), Galicia avanza tres y dos puestos, respectivamente. Aún así, no pasa del 10 lugar de la tabla. En innovación está en la novena posición.

La competitividad estructural aumentó un 3,2% en 2019, en sintonía con la desaceleración generalizada que muestran los datos de la Contabilidad Regional de España, pero por encima de la variación media del periodo 2008-2019. Madrid, Navarra y País Vasco se consolidan como los territorios más dinámicos, seguidos de Cataluña y La Rioja. Como ya se intuía en el balance del ejercicio anterior, 2019 confirma, según el coordinador del informe, Patricio Rosas, “la atonía competitiva” de Cataluña –la crisis institucional ligada al procés incidió negativamente en varios indicadores o frenó su mejoría en otros, por lo que su indicador de competitividad apenas varía respecto al de 2018, “evidenciando un cierto estancamiento”–, frente al “leve y moderado” dinamismo de Madrid y País Vasco y el intenso crecimiento de Navarra.

“Aquellas regiones que disponen de mayores niveles en conocimiento, educación, digitalización, innovación y equilibrio social cuentan con cierta ventaja relativa en la implementación de medidas de recuperación de la actividad productiva”, señala el informe divulgado ayer. “Por el contrario –continúan los economistas–, aquellas que se enfrentan a esta crisis con una posición de partida caracterizada por una baja productividad, un déficit del stock de capital productivo y humano, un reducido gasto total en I+D+i, una insuficiente implantación de la digitalización o deficiencias en el mercado de trabajo presentan serias debilidades a la hora de sentar la bases de una sólida recuperación”.

Precisamente, el Consejo General de Economistas pone el foco en cómo será el impacto y la recuperación previsible por territorios. Las cinco comunidades que podrían perder más competitividad por efecto de la pandemia al finalizar 2020 son Baleares, Cataluña, Canarias, Navarra y el País Vasco, mientras que Galicia, Murcia, Extremadura, Castilla-La Mancha, Cantabria y Andalucía sufrirían una menor pérdida. El presidente, Valentín Pich, aseguró que es imprescindible elaborar estrategias “claras y flexibles” para promover no solo que se recupere el estado previo a la aparición del virus, sino que aumente la competitividad, y para eso aconseja una nueva etapa de desarrollo “a la mayor brevedad posible ante un mundo que ha cambiado”. Las medidas deben ir orientadas hacia un modelo general de crecimiento económico más sostenible y basado en el capital humano, el conocimiento y la tecnología.

Caída de la facturación en el 48,5% de las compañías

Casi la mitad de las empresas, el 48,5%, está detectando un descenso de su facturación en el trimestre en curso con respecto al tercero y cerca de una cuarta parte (23,9%) afirma que este retroceso de sus ventas está siendo “significativo”, según una encuesta realizada por el Banco de España entre casi 12.500 empresas españolas para conocer la evolución de su actividad y la incidencia del Covid en sus negocios. En empleo, las empresas describen un panorama más estable. Casi un 25% de las empresas manifiesta haber recortado plantilla.

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