El efecto de la crisis económica derivada de la sanitaria es un hecho evidente en el consumo. Más propenso a la contención por la incertidumbre económica, topa además con las imposiciones a la movilidad para evitar los contagios. Las campañas comerciales, por tanto, se han visto condicionadas por esa situación, algo que ha quedado claramente reflejado en el Black Friday, periodo en el que las compras presenciales cayeron significativamente y solo se salvaron las compras online, según pone de manifiesto el último estudio del BBVA Research sobre el uso de las tarjetas de crédito en el consumo, que da razón de los hábitos de compra de los españoles durante la última etapa del COVID-19.

El estudio pone de manifiesto que, en la semana del 24 al 30 de noviembre, las transacciones presenciales fueron las responsables de la reducción del consumo (cayó un 10,4% interanual en esa semana frente al descenso del 5,9% en la semana previa). “Este deterioro se explica por el menor impulso que el Black Friday tuvo en las compras presenciales”. El retroceso del gasto presencial con tarjetas españolas se aceleró hasta el 6,9% interanual desde una caída del 1,0% de la semana precedente. Evidentemente, donde la caída es más notable es en las compras presenciales con tarjetas extranjeras, que disminuyeron el 66,5%, marginalmente menos que en la semana del 17 al 23 de noviembre (-68,9%).

El estudio concreta que el impacto del Black Friday se concentró en el canal no presencial. El gasto online repuntó hasta el 21,3% interanual en la semana del 24 al 30 de noviembre, 17 puntos más que en la semana anterior. “Sin duda, las restricciones de movilidad y reunión, junto con la incertidumbre sobre la evolución de la situación sanitaria, han contribuido de forma significativa al repunte de las compras no presenciales. Y esto no es un fenómeno reciente”, comenta Juan Ramón García, de BBVA Research.