El acelerón del gasto en verano rebaja al 6% el golpe del COVID-19 al PIB gallego
La economía rebotó un 14,6% tras el desconfinamiento | Los hogares consumieron un 23% más que entre marzo y junio | La caída de horas trabajadas pasó del 27% al 5%

Entre la maraña de incertidumbres que, nueve meses después, ensombrecen todavía la evolución de la economía a corto y medio plazo, hay dos certezas en las que la mayoría de expertos insisten desde el comienzo da la crisis. No hay precedentes de un desplome semejante del Producto Interior Bruto (PIB) en tiempos de paz, pero todas las infraestructuras básicas siguen ahí, en pie. Ni siquiera existe un grave problema estructural como en la doble recesión de 2008 y 2012, cuando los males de la banca y el sobreendeudamiento arrastraron a casi todo el tejido productivo. Al contrario. La buena higiene financiera de una parte relevante de los hogares y la fórmula de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) del Gobierno para salvaguardar las rentas sirven a la actividad como la vacuna a la pandemia. Y ese es el otro mensaje de los economistas: consuman todo lo que puedan. El tercer trimestre evidenció en Galicia hasta qué punto el gasto tiene un efecto terapéutico para la economía, que rebajó su espectacular desplome del 17,9% en el periodo de confinamiento al 6,2%.
Mirando el salto entre trimestres, de los meses encerrados a la nueva normalidad, el PIB se disparó un 14,6%, según el balance publicado ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Son “dos décimas más”, como destaca la Consellería de Facenda, de lo que adelgazó durante la primera ola del COVID-19 (14,4%). Por su menor exposición al turismo y el importante peso de industrias esenciales, Galicia aguanta ese diferencial positivo en la caída frente a la caída anual en el conjunto del plaís (8,7%).
El consumo de los hogares rebotó casi un 23% en comparación con el segundo trimestre pese a que no fue un verano nada normal, lastrado por las limitaciones de aforo en muchos negocios vinculados al turismo y el medio a viajar incluso dentro de la comunidad. Aún así, el gasto privado se mantiene considerablemente por debajo de las mismas fechas del pasado 2019, un 6,9%, a la espera de conocer los datos de una más que previsible bajada otra vez a partir de octubre por la segunda ola. El de las administraciones sigue al alza. Con todas las medidas de Gobierno y Xunta para mitigar el impacto de la crisis en la sanidad y la economía, su desembolso acumula un incremento anual del 2,1% en la región.
¿Y qué ocurre con las empresas? La formación bruta de capital es un termómetro de referencia en toda crisis. También se apuntó a la desescalada, aunque a un ritmo más contenido que el gasto público y privado. La inversión de las compañías gallegas auentó un 17,9% y en la variación anual sigue en números rojos: -9,2%. La demanda externa, que en la primera mitad del ejercicio contrarrestó la atonía del consumo interno, resta en esta ocasión ocho décimas de crecimiento al PIB porque las importaciones crecieron muy por encima (2,4%) de las exportaciones (0,9%), pese al buen ritmo de las ventas a otros países de la automoción y la industria agroalimentaria, sobre todo conservas y leche.
Todos los sectores en Galicia pudieron engancharse a la reactivación económica, pero no es difícil intuir que unos más que otros. Actividades artísticas, recreativas y otros servicios registraron el mayor impulso respecto al trimestre anterior (51,9%), lo que no evita que siga entre los peor parados en el cómputo anual con un recorte del 10,2%. Todavía es peor el saldo de comercio, transporte y hostelería, un 14,6% menos de negocio que en 2019 pese a la recuperación (33,3%) después del confinamiento.
La industria arroja una caída interanual del 3,7% y del 2,7% la rama de las manufacturas, que dispararon su actividad más de un 40% gracias a la desescalada. Hay tres sectores venían de tasas positivas y las mantienen. Un 0,1% en el caso de la información y las comunicaciones; del 3,4% las actividades financieras; y un 1,4% la administración pública, sanidad y educación.
Galicia alcanzó los 1,08 millones de puestos de trabajo, de los que 975.700 son a tiempo completo. Por si había pocas dudas de esta crisis está azotando más a los empleos temporales, el descenso en la ocupación total en la comunidad roza el 5%, mientras que en los de jornada entera fue del 4%. Como han ido avanzando los datos de afiliación a la Seguridad Social, los sectores que más ocupación destruyeron son comercio, transporte y hostelería (8,8%) y actividades artísticas y recreativas (7,7%). Tras perder en el segundo trimestre más del 27% de las horas de trabajo, el recorte entre julio y septiembre disminuyó al 5%.
“Señales de agotamiento estructural” antes de la pandemia
El PIB per cápita de España se situó en el 90% del promedio de la UE en 2019, la misma cifra desde el año 2016, según los datos de Funcas, que destaca que este estancamiento en la riqueza nacional por habitante demuestra que la economía española viene dando “claras señales de agotamiento estructural previas al COVID-19”. El organismo indica que el porcentaje del 90% está “significativamente” por debajo del 98% de la media de la UE que alcanzó el PIB per cápita español en 2003, en pleno periodo de expansión económica. Esta es una de las principales conclusiones que figuran en el último “Cuadernos de Información Económica” de Funcas, donde se advierte de que la crisis generada por la pandemia golpea a una economía que ya no convergía con la UE-27 y apunta que la implementación del programa Next Generation EU supone una “gran oportunidad para revertir esas limitaciones estructurales y, en último término, para relanzar los procesos de convergencia en la UE”. El artículo de Ramon Xifré detalla que la falta de convergencia de España se manifiesta en indicadores como el porcentaje de población empleada, la intensidad inversora en I+D, pública y especialmente privada, y la ratio de deuda pública sobre PIB. En otros casos, la debilidad se observa en progresos más lentos, como la reducción en la tasa de abandono escolar y el porcentaje de población en riesgo de pobreza y exclusión social. El autor señala que hay que dedicar especial atención a la administración de los fondos europeos, con consensos políticos y sociales y mejorando la capacidad de gestión con las reformas administrativas necesarias.La propia naturaleza de los fondos y su orientación en términos de reformas a medio y largo plazo “pueden friccionar”, junto con el retraso en la tramitación, con los estímulos a corto plazo que requiere la economía española desde los primeros meses de 2021.
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