El ecosistema empresarial de Galicia lo componen desde PSA-Vigo a esa pequeña cantina del puerto que sirve cafés de madrugada. La carnicería de abajo e Inditex. Hijos de J. Barreras y tu amigo autónomo. A ninguno le ha interesado lo más mínimo el proceso electoral de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG), a la que se le presupone la representación social de todas las mercantiles de la comunidad. Cobrando por ello en organismos como el Consello Económico y Social, hablando en nombre del carnicero y de la factoría de Balaídos. Deturpando su nombre: la CEG no se representa más que a sí misma. Si los titiriteros –que utilizaron a Antonio Dieter Moure, primero, y a Antón Arias, después– pretendían que cundiera todavía más el desapego respecto a la confederación, lo han conseguido. Pero con un juguete sorpresa: Pedro Rey.

¿A qué fue este lunes a A Coruña el aparente candidato vigués, cuando ya estaban las votaciones telemáticas en marcha? ¿Por qué retiró su candidatura cuando había recibido delegaciones de voto de sectoriales que confiaron en su propuesta? ¿Por qué impidió que se presentase ningún otro aspirante por la provincia de Pontevedra si pensaba en apartarse en caso de evidente derrota? ¿Por qué hasta este lunes aseguraba, a numerosos vocales, contar con el respaldo de Antonio Fontenla? Rey debe dar explicaciones. La CEP no merece que continúe un minuto más en su organización.

Al nuevo presidente, José Manuel Díaz Barreiros, mucha suerte. Al final el plan de hace un año funcionó.