En poco más de un par de meses, cuatro de las cinco entidades del top five financiero de España se han puesto manos a la obra con dos históricas fusiones que harán a las grandes todavía más grandes. Caixabank absorberá Bankia y BBVA y Sabadell acaban de anunciar su posible boda. En ambos casos se da por descontado un fuerte ajuste de empleo y sucursales, un proceso que, sin operaciones corporativas de por medio, también acometerá Santander –4.000 bajas y 1.000 oficinas menos– para reducir costes y acelerar la transformación digital. “Naturalmente, la búsqueda de rentabilidad en el contexto actual nos conduce a otro tema que ha generado un debate público todavía más intenso: la consolidación bancaria”, admitía ayer la subgobernadora del Banco de España, durante la apertura del XXVII Encuentro del Sector Financiero de ABC y Deloitte. Margarita Delgado considera que “en un entorno como el actual” el ajuste de costes por “las potenciales ganancias de eficiencia” es “una palanca clara para mejorar la rentabilidad” y ve “todavía cierto margen” para “una mayor consolidación” sin que tenga efectos negativos para la competencia.

Desde 2009, el sistema financiero cerró casi la mitad de sucursales (22.300) y recortó un 35% la plantilla (96.000 trabajadores). Aún así, sigue siendo un país con “niveles claramente superiores” al resto de Europa en oficinas por habitantes, pero bajo en número de empleados a consecuencia de “la dispersión poblacional”. Delgado asegura que el sector está “en un grado medio-bajo” de concentración e, incluso con las fusiones anunciadas, “el índice seguiría en un nivel considerado como moderado”. “Como supervisores nuestra labor debe limitarse a analizar la viabilidad del negocio”, reconoce la subgobernadora, que recuerda que el estudio sobre el impacto en la oferta financiara para los consumidores le corresponde a la Comisión de los Mercados y la Competencia.