El mayor grupo financiero del país se sienta hoy con los representantes de la plantilla para abrir formalmente la negociación de su tercer ajuste en tres años. En el de 2018, para aligerar los servicios centrales con la integración del Popular, se fueron 1.080 trabajadores con bajas incentivadas y otras 20 fueron forzosas. El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de 2019 rondó las 3.200 salidas y echaron el cierre 1.128 oficinas. Y ahora, según la primera propuesta que el banco entregó a los sindicatos el pasado viernes, habrá un recorte de 4.000 empleos y otros 1.090 efectivos serán reubicados, junto a la clausura de un tercio de las sucursales en España, unas 1.000. Galicia fue la comunidad más afectada en la reestructuración del pasado ejercicio porque el Santander ya tenía una fuerte presencia aquí con la herencia de Banesto y en la absorción del Popular iba incluido el histórico Pastor. Se marcharon 269 personas y 130 oficinas quedaron vacías. Entre esos cierres y la clausura de cerca de cuarenta más por parte del resto de bancos, la comunidad perdió en un año una de cada diez oficinas y afronta esta nueva oleada de reestructuraciones liderada por Santander y las fusiones en marcha entre Caixabank y Bankia y Sabadell y BBVA con la misma red que tenía a principios de 1976.

En junio quedaban operativas 1.314 sucursales en Galicia, según el último balance del Banco de España. Son 167 menos que en el mismo mes del ejercicio anterior, un descenso del 9,3%. Solo Castilla y León (12,5%) y Baleares (12,3%) superan la caída de red, que en el conjunto del país alcanzó el 8,1% tras bajar la persiana 2.075 sucursales. Desde el techo de 2008 previo a la primera ola fuerte de la reestructuración bancaria, el sector cerró en Galicia la mitad de su red: 1.225 oficinas. “Además de las circunstancias por la política monetaria y el estrechamiento de los márgenes con los tipos de interés, el cambio de modelo responde sin ninguna duda al salto tecnológico”, apunta Luis Otero, profesor de Economía Financiera y Contabilidad y responsable del máster en Banca de la Universidade de Santiago. “La oficina sigue siendo importante, pero el cliente está cada vez más digitalizado. Es raro que hayas ido más de una vez en el último año al banco”.
“Es el modelo del que los bancos llevan años hablando, con menos sucursales y más grandes, concentradas en zonas urbanas. La red de las cajas les frenó durante mucho tiempo y ahora tienen la justificación de la digitalización”.
Pese al profundo hachazo a la red, la entidad presidida por Ana Botín acabó el pasado año con 269 oficinas en Galicia. “Es evidente que si su intención es cerrar un tercio de las 3.000 que tiene en España, en la comunidad volverá a haber recortes”, admite Villarino, que marca para este y cualquier otro proceso que se lleve adelante la línea roja de “la voluntariedad” de las medidas y aprovechar el margen de las prejubilaciones. Si va finalmente adelante, tras la confirmación de las conversaciones entre ambas entidades en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), BBVA y Sabadell, con su marca SabadellGallego en la región, suman en Galicia 254 oficinas, convirtiéndose en el segundo operador financiero con más cuota tras Abanca y Santander.
El panorama actual
La mitad de los concellos de Galicia ya no tienen ninguna oficina bancaria o solo hay un banco presente. Bajo la premisa de la falta de rentabilidad, la reestructuración financiera se ha cebado con el interior de Galicia y las localidades más rurales.
“No se piensa mucho en la exclusión financiera”
Además de los movimientos de efectivo, detrás de las ventanillas se hacen muchos trámites del día a día de los ciudadanos como el pago de impuestos “que han hecho que lo que es una actividad privada guarde una cierta vocación de servicio público”. “Lo hemos visto en las sucursales que son autobuses –recuerda–. Los cierres son muy negativos para el rural y habrá que pensar si la administración debe subvencionar el servicio”.
De esa idea que tenía la Xunta para localizar cajeros en el rural todavía no se sabe nada. El presidente, Alberto Núñez Feijóo, anuncio el 13 de junio de 2019 la iniciativa en colaboración con la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp). Un año después, la Consellería de Facenda culpó al Covid de la paralización y retrasó el proyecto “para los próximos meses”.
La única solución parecida que hay en España fue el concurso organizado por la Comunidad Valenciana para hacer esto mismo y quedó desierto. Desde la anterior crisis de 2008, las actividades financieras en Galicia redujeron el número de empleados en más de un tercio. Contando también con los servicios de seguros, en octubre quedaban 10.814 empleados. Se perdieron 5.740 en este tiempo. “Es empleo de calidad, con una buena remuneración que supone también mayores cotizaciones”, asegura Jorge Villarino. Sobre todo en las zonas más castigadas por la despoblación. “Funciona como un efecto redistribuidor porque el empleo en digitalización y tecnologías que lo sustituye se concentra en las grandes zonas urbanas, en ciudades como Vigo o Galicia, agravando el problema en el rural”, remarca Luis Otero.
BBVA y Sabadell llevarán el proyecto de integración al consejo de diciembre
La fusión del BBVA y el Sabadell, o más bien la absorción del banco vallesano por el grupo de origen vasco, coge velocidad. Los consejos de administración de las dos entidades prevén analizar la propuesta sobre su integración en diciembre, si las negociaciones avanzan al ritmo esperado y las partes llegan a un acuerdo, según informan fuentes financieras. De confirmarse, la operación conllevará un fuerte ajuste para lograr los ahorros de costes que la justificarán financieramente: el cierre de entre 1.200 y 1.500 oficinas, entre el 28% y el 35% de las 4.240 sucursales con que contaría el nuevo banco en un primer momento, con la consiguiente salida masiva de empleados de la red comercial y los servicios centrales.
Así lo han calculado diferentes casas de análisis como Autonomous Research (35% de solapamiento de redes: 1.484 oficinas), Barclays (1.232) y Bain & Company (1.250). El principal recorte se producirá previsiblemente en Catalunya, donde los dos bancos contaban con 1.232 oficinas al cierre del año pasado (687 el BBVA, tras las absorciones de Unnim y Catalunya Banc, y 545 el Sabadell), si bien los sindicatos estiman que actualmente han bajado ya a 1.084. Solo en Barcelona eran 894 oficinas en la provincia y 254 en la ciudad el pasado diciembre. También acumulan un número elevado de sucursales en las provincias de Madrid (545), Alicante (296), Valencia (209), Murcia (183), Asturias (165) y en Euskadi (218).
Las principales firmas de análisis que hicieron estimaciones ayer (Autonomous, Morgan Stanley, Jefferies, Credit Suisse, JP Morgan, Alantra, Société Générale, Mediabanca y UBS) han calculado de promedio que los recortes que conllevará la fusión supondrán un ahorro equivalente al 37% de la base de costes del Sabadell (3.213 millones de euros el año pasado). Según la estimación media, el coste antes de impuestos de la reestructuración (el nuevo grupo contará en un primer momento con 148.028 trabajadores, de los que 46.365 estarán en España) ascenderá a 3.540 millones de euros.
El BBVA tiene margen para afrontarla. La venta de su filial en Estados Unidos, anunciada este lunes, le permitirá ganar 8.500 millones de capital, con lo que su solvencia se elevará hasta el 14,5%. Los costes de la operación la harían bajar al 12,8%, según los analistas, con lo que aún tendría margen para remunerar al accionista como ha prometido. Además, al comprar el Sabadell por un precio muy inferior a su valor en libros (entre 0,3 y 0,4 veces), generará un badwill o fondo de comercio negativo de entre 4.700 (Credit Suisse) y 10.000 millones (Autonomous).