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“Hay que reinventar muchas actividades muy orientadas a la industria tradicional”

“Los proyectos tractores aprovechan los recursos autóctonos para hacerlos viables y ser competitivos” | ”Cada uno tendrá inversores industriales, tecnológicos y energéticos”

Francisco Conde, vicepresidente segundo de la Xunta y conselleiro de Economía, durante el desayuno informativo de FARO.

Conde gesticula durante su intervención. | // MARTA G. BREA

Probablemente mucho antes de lo esperado, el tiempo puso en su sitio el mensaje casi apocalíptico sobre una crisis industrial en Galicia que tenía, y tiene todavía, más de problemas puntuales en algunas ramas y empresas que de un pinchazo generalizado. Es otra de las consecuencias de la pandemia. “Los datos que estamos teniendo de empleo, producción o de evolución del PIB en comparación con la evolución de toda España no se entenderían sin admitir la realidad industrial de Galicia”, asegura el vicepresidente segundo y conselleiro de Economía, Empresa e Innovación, en referencia a los cuatro puntos de diferencia entre la caída de la economía regional en el segundo trimestre del año (17,9%) y la del conjunto del país (21,55). Francisco Conde mantiene el “objetivo a corto plazo” de elevar el peso del sector al 20% tras el intento fallido de conseguirlo en este duro y extraño 2020. Pero ahora el horizonte para dibujar “la transformación económica y social” de la comunidad es 2030, con la vista puesta en los frutos que salgan de la siembra del maná de las ayudas europeas de reconstrucción que la Xunta pretende exprimir al máximo. “¿En qué hay que centrarse? En la calidad de los proyectos, como dijo la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen el lunes. Esa será la clave”, subrayó ayer Conde durante un desayuno informativo en FARO.

Junto a pilares básicos como la automoción, naval y agroalimentación, la apuesta de Galicia por la industria como eje del modelo productivo se aferra al potencial de la biotecnología y la aeronáutica y, en general, “todo lo que engloba la transición energética y digital”. El ejemplo son los proyectos tractores que lideran la carrera de la comunidad para entrar en el paraguas europeo, pero tanto la descarbonización como la economía circular van más allá de iniciativas concretas. Empapa hasta el último eslabón. “Tenemos unas cadenas de valor indudables en la industria y ahora debemos seguir avanzando en ellas desde el punto de vista de la sostenibilidad –explica Conde–. Eso exige una reinvención de muchas actividades que en estos momentos están muy orientadas a la industria tradicional”.

1 El matrimonio de la digitalización y las renovables

Ni lo uno ni lo otro es algo nuevo realmente para el área económica del Gobierno gallego, que ya venía preparándose para ambos retos en los últimos años. “Quizás –afirma Francisco Conde– no se había completado la transformación”. El “salto cualitativo” viene de la necesidad de diseñar proyectos que encajen ambos aspectos a la vez e incluso “ir integrándolos poco a poco” en la industrias ya existentes en Galicia. “Los fondos europeos nos permiten consolidar esa nueva visión”, indica. ¿Qué supone en la práctica? El impulso a los “valles de hidrógeno”, una de las propuestas más ambiciosas de la Xunta para concurrir a las ayudas comunitarias, no se ciñe a producir y almacenar, “sino a que tanto el hidrógeno como el resto de energías renovables se integren desde el primer momento en los propios proyectos industriales”. Los nuevos 1.000 megavatios (MW) previstos también como proyecto tractor –básicamente en eólica– alimentarán el consumo de las otras novedosas fábricas candidatas a apoyos públicos –fibras textiles y fertilizantes y biometano– y el hidrógeno, a su vez, abastecerá a una flota de entre 150 y 200 camiones empleados para las labores de transporte de la madera o los purines que sirven de materia prima.

2 Ingeniería de detalle y búsqueda de socios

Para cada proyecto tractor, de hecho, se buscarán socios energéticos, además de los industriales y los tecnológicos. Conde confirma, como adelantó FARO, que los preparativos de la planta de hidrógeno –de 50 MW ampliables a 100– se hicieron mano a mano con Reganosa. ¿Supone eso que detrás de las iniciativas hay ya una gran empresa dispuesta a llevar las riendas de las factorías? Conde lo niega: “No nos hemos centrado en eso”. La prioridad fue hasta ahora analizar los flujos de economía circular con los sectores vinculados –forestal o gestión de residuos, entre ellos– y “la coherencia como un todo”. “Nos preocupaba, por ejemplo, identificar claramente que el recurso era sostenible”, detalla. Para la fábrica de fertilizantes y biometano se necesitan 5 millones de toneladas de purines al año, el 25% de la cantidad total que se genera en Galicia. En la de fibras textiles “el 50% del imput es madera y el elemento determinante es la demanda”. ¿Qué tienen en común? El aprovechamiento de los recursos autóctonos. “Por ahí viene nuestra capacidad para ser competitivos y la viabilidad de los proyectos”, remarca el vicepresidente económico. “Vamos a empezar los trabajos de ingeniería de detalle para evaluar la inversión –añade– y en paralelo buscaremos los inversores”. Las estimaciones iniciales ronda los 800-900 millones de euros para la construcción de la fábrica de fibras. El centro de economía circular que engloba la de fertilizantes y biometano a partir de purines alcanza los 560. Y la planta del hidrógeno cuesta entre 60 y 80 millones.

3 Jugar la partida de todos los fondos posibles

El plan de recuperación de la economía europea tras el tremendo impacto del coronavirus descansa, sobre todo, en el instrumento bautizado como Next Generation (Próxima Generación). A España le corresponden 143.000 millones de euros. El principal pilar es el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, con unos 60.000 millones de euros a fondo perdido y 72.000 millones más en financiación. “Es donde tenemos que aspirar al mayor número de proyectos, que, en muchos casos como la planta del hidrógeno, necesitan ayudas a fondo perdido; y en otros, como las fibras textiles, financiación –cuenta Conde–. Es el gran partido que tenemos que jugar”. Pero no el único y lo quiere dejar bien claro.

Otra de las patas del programa de ayudas de la Comisión Europea es el React-UE, dotado con 12.400 millones de los que el Estado se reserva 2.400 millones. A diferencia del resto, que se adjudicarán en 2023 con plazo de gasto hasta 2026, esta línea entra ya en el presupuesto autonómico del próximo ejercicio. “Siendo pesimistas y redondeando, pongamos que se concede un 5% a Galicia. Son 500 millones para usar entre 2021 y 2023 que funcionan como los Feder para proyectos que estamos identificando y que, por su dimensión, no tiene sentido que compitan en el resto de fondos”, desgrana Francisco Conde. La lista de posibles pretendientes es larga en ese centenar de iniciativas acumuladas a estas alturas por la Xunta. Y, si no es por esta vía, quedan las opciones del Mecanismo de Transición Justa con 800 millones –solo para la provincia de A Coruña por el apagado de las térmicas–, los 140.000 millones que inyectará directamente Bruselas a través del Banco Europeo de Inversión (BEI), el Horizonte2020 para I+D y un fondo adicional exclusivo para temas sanitarios; y el billón de euros del nuevo marco financiero plurianual (MFP) 2021-2027 de la UE.

4 Baremo mixto de concurso y singularidad territorial

Falta la letra pequeña, que depende de Moncloa, pero también de Bruselas. España debe presentar un plan de inversión y reformas que en diciembre pasará la aprobación de las autoridades comunitarias. “Por lo que sabemos del borrador, entra prácticamente todo: digitalización, rural, agenda urbana, infraestructuras, sanidad, administración pública...”, dice Conde. El reglamento, a cargo de la Comisión Europea, saldrá en enero “y es muy importante porque es lo que decidirá la intensidad de las ayudas y la elegibilidad de los proyectos”. “¿Qué le pedimos nosotros al Gobierno? Entendemos que la concurrencia competitiva puede ser un elemento importante, pero al mismo tiempo habrá que tener en cuenta el punto de partida de cada territorio”, asegura Conde, que apela a “una recuperación simétrica” y “una consolidación de la cohesión económica y social” en el Estado. “Si se va con los criterios que se usan para el reparto de los actuales fondos estatales del Covid-19, la población y el paro, por ejemplo, las comunidades pequeñas salimos claramente perjudicadas”, se queja. La Xunta pide tener en cuenta el análisis del tejido productivo para calibrar las necesidades de la transición industrial, la renta per cápita respecto a la media comunitaria y la dispersión “porque, además, entronca con la necesidad de revitalizar el rural y el reto demográfico “que destaca la propia Comisión Europea”.

5 ¿Motor y alimentación?

Galicia puede convertirse en “el motor de España” de la construcción de vivienda con madera. Al igual que la fábrica de fibras textiles, la riqueza del sector forestal pone en bandeja que esta modalidad de edificación madura en otras partes de Europa protagonice un proyecto tractor, tal y como adelanta Conde. “Detrás hay una cadena de ingenieros, arquitectos, montadores... una cadena brutal”, indica. Von der Leyen mencionó “tres veces, por lo menos” la importancia de la rehabilitación de viviendas durante la cumbre con las autoridades españolas. La comunidad cuenta a favor con los planes de Finsa para levantar en Curtis una fábrica de paneles de CLT empleados para estos fines.

“No hay ninguna duda de que la automoción desde Ceaga y el CTAG tendrá esa capacidad para liderar proyectos tractores”, sostiene Conde, respecto al papel de momento bastante difuminado del motor en los planes.

“La formación es el puente hacia la nueva realidad y hay que llevar la FP a la iniciativa público-privada claramente”

Manejar actividades tan disruptivas como una fábrica de fibra textil, una planta de hidrógeno o una de fertilizantes a partir de purines tiene, entre otras muchas, la ventaja de adelantarse a lo que ya muchos expertos llaman “nueva economía”. Pero, ¿cómo funcionará? O, mejor dicho, ¿quién podrá trabajar en un centro de producción inédito. Sin formación, como admite Francisco Conde, esa transformación suena a entelequia. “Es una oportunidad para todos los jóvenes que ahora están en primaria, secundaria o la Universidad y, esto es muy relevante, para reorientar determinadas actividades que, tenemos que ser realistas, van a perder mucho músculo y presencia en el tejido productivo”, esgrime. “Y el puente para acceder a esas nuevas realidades industriales que requieren otras capacidades y habilidades –asevera– es la formación”. “Los fondos habilitan ese camino y la formación profesional reglada, dual y ocupacional es el gran reto para viabilizar la transformación económica”, opina Conde, que da por hecho que habrá que llevar a cabo “una adaptación” para cubrir la demanda de capital humano “en esas cadenas de valor sostenible”. “No hay duda –insiste–. Eso requiere actualizar currículums, líneas de formación y recualificar a la masa laboral”. El vicepresidente segundo de la Xunta es partidario de “derivar” las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) a la FP, a la que hay que orientar hacia “las capacidades digitales”. Y lanza una llamada al tejido productivo para “liderar la empleabilidad”. “Llevamos tres años trabajando en las unidades formativas de las empresas –recuerda–. Es un cambio de cultura porque ya no es la administración ni las entidades formativas las que hacen una oferta, sino que las propias empresas identifican los currículums y los contenidos y así la formación se adecúa a lo que realmente necesitan”. Eso, según Conde, solo es posible si las compañías “bien desde la FP dual o la formación de desocupados, se implican y lideran el proceso”. “Estamos hablando –continúa– de un proceso claro de llevar la FP al ámbito de la iniciativa público-privada. Claramente”. La formación, advierte, debe ser “inmediata” dentro de las empresas, “mientras están vivas”. “Pensar que eso se haga cuando la empresa se caiga para dar salida a los empleados no es el modelo”, recalca.

Siete millones para los “hubs” de innovación

La Vicepresidencia segunda va a lanzar una convocatoria de 7 millones de euros para los dos hubs de innovación ahora mismo en activo, el DATLife, liderado por Bioga, y el FoFHUB de Ceaga. Esta vez serán los responsables de los organismos, con personalidad jurídica propia, los que se encarguen de movilizar los fondos “para desarrollar actuaciones de su cartera de servicios” directamente con las pymes. “Si son ellos los que dan el servicio, más fácil les resultará llegar a las pequeñas y medianas empresas”, según Conde, que asume que “Santiago puede estar muy lejos para una empresa de cuatro empleados que en un momento determinado quiere por ejemplo acceder a un desarrollo de temas de inteligencia artificial”. La inteligencia artificial, big data, internet de las cosas o la ciberseguridad forman parte del día a día de los hubs, “el vehículo que en Galicia permitirá a las pymes acceder a implementar nuevas tecnologías para estar en las cadenas de valor sostenible” y que, de otra manera, sería imposible. Son laboratorios que permiten ensayar productos piloto. “Pensemos en las iniciativas que están surgiendo en el rural con la agricultura ecológica, como un productor que quiere probar una mermelada, o la posibilidad de que una empresa de bebidas quiera testar un refresco energético y que carece de medios para hacerlo por sí misma”, pone como ejemplo Conde. La innovación abierta marca también la ayuda de 5 millones de euros a Ceaga para el centro logístico de la Plisan o los 2 millones a Intaf en Ferrol con un sistema de soldadura. “El futuro pasa por los hubs de innovación. No es que sea un invento gallego, es que lo marca la Comisión Europea en el horizonte 2030”, asegura el vicepresidente, que avanza también que la nueva Estratexia de Especialización Intelixente (RIS3) de Galicia los consolidará como “los vehículos de innovación” para beneficiar de fondos a las pymes.

“El naval no puede optar a ayudas a fondo perdido, pero si a financiación”

En la reunión que los responsables económicos de las comunidades mantuvieron con los responsables del grupo de trabajo del Next Generation tras la cita previa de Pedro Sánchez y los presidentes de los ejecutivos regionales con Ursula von der Leyen, líder de la Comisión Europea, Francisco Conde preguntó expresamente si se iban a flexibilizar las normas de ayuda de Estado para acceder a los fondos de recuperación. “Sí, pensaba en el naval”, asegura antes de preguntarle durante el encuentro con la sección de Economía ayer en FARO, tras los fatídicos episodios vividos en el pasado alrededor del tax lease. Y no, se va a aplicar, lo que cierra la puerta a que el sector pueda beneficiarse de subvenciones a fondo perdido. “Podrán acceder a financiación, eso sí”, avanza Conde. En el caso de proyectos que puedan generar dudas la opción que se dio fue la solicitud de autorización a las autoridades de la competencia europea. Preguntado cómo encaja ese veto con las necesidades de muchos astilleros de renovar maquinaria y procesos para ganar competitividad, el vicepresidente apela a esperar a conocer el reglamento y pensar en la vía de la financiación. “Con el sector naval tenemos que trabajar en esa dirección y ver cómo podemos poner palancas para que participen en este proceso de modernización”, señala, recordando que en el área de innovación “no hay restricciones para la actividad”. Ante “el debate” abierto al respecto de “las condiciones en las que pueden estar accediendo determinados astilleros”, apunta por los apoyos de Alemania y Holanda, Conde reclama que se conozca la posible concesión de respaldos incompatible con la normativa comunitaria y “establecer un marco de ayudas que permita al sector modernizarse en igualdad de condiciones que otros competidores europeos”.

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