Basilio Otero tomó una decisión más que arriesgada en 2017: tomar las riendas de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores (FNCP), una agrupación ahogada en lo económico, sin peso en las instituciones y a la deriva especialmente tras el fallecimiento en 2016 del que era su presidente, el gallego Genaro Amigo. “Fue un trabajo duro”, reconoce el lucense en esta entrevista para FARO, en la que se muestra orgulloso de los avances conseguidos en representación de las 198 cofradías de España –con unos 30.000 afiliados– y en la que identifica los retos más inmediatos para la bajura y el marisqueo del país.
–¿Cómo aguantaron las cofradías el golpe del coronavirus?
–Es algo que se vivió de forma muy diferente en varias zonas de España. Por ejemplo, en Galicia el marisqueo se cerró desde el primer momento y cuando se abrió hubo unos buenos precios. En el Mediterráneo hubo sitios en los que los mismos productos perdieron varias decenas de euros de valor medio, hablo en concreto de la gamba roja en Santa Pola. En este caso, al contrario que en Galicia, el precio no remontó tanto. Hay otras cofradías que iniciaron un ERTE [Expediente de Regulación Temporal de Empleo] y que todavía siguen en él. En el norte de España otras aguantaron gracias a campañas concretas, como la de la caballa y la del bonito. No hubo algo homogéneo, fue muy diferente.
–Ahora encaran la campaña clave del año, la de Navidad. Lo hacen en plena segunda ola. ¿Qué esperan que suceda?
–Tenemos un miedo tremendo a esta campaña, porque no sabemos cómo vamos a estar con el tema de los confinamientos. Ahora ya se avalaron los toques de queda y si nos cierran de nuevo la hostelería, siendo España un sitio más de cenas que de comidas, va a ser frustrante para el sector. Imagina que vas con amigos a una marisquería en Madrid, por ejemplo, y te dicen que te tienes que ir a las 11. Ya no vas. Tenemos miedo a las Navidades porque no sabemos cómo va a estar la población.
–Y se suma a la bajada continua del consumo de pescado y marisco año tras año…
–Sí, pero en la época de Navidad todo el mundo se tira a consumir este tipo de productos y se superan los precios casi año tras año. Por eso también arrancamos nuestra campaña “Pescados y Mariscos de España”, para intentar promocionar el consumo también el resto del año. Hace poco Apromar, la asociación de acuicultura más grande de España, también anunció que harán una campaña en el mismo sentido. Ese tiene que ser el camino, que tenemos el mejor producto del mundo. No puede bajar más la ratio de consumo por persona.
–¿Ayudaría reducir el IVA al 4% como demandan también las asociaciones de armadores y detallistas de pescado?
–Evidentemente. Salió estos días en prensa que si se bajaba el IVA de los vehículos eléctricos sus ventas se dispararían un 35%. Imagínate lo que pasaría con el pescado: exactamente lo mismo. Además, tenemos que tener en cuenta que estamos en una época en la que el consumo es diferente, con menos tiempo para cocinar. Igual tenemos que pensar en una nueva forma de comercialización, darle nosotros también una vuelta para sacarle más rendimiento al pescado. Nosotros estamos dentro de la Ptepa [Plataforma Tecnológica Española de la Pesca y la Acuicultura] y estamos muy en contacto con Fedepesca [Federación Nacional de Asociaciones Provinciales de Empresarios Detallistas de Pescados y Productos Congelado] para ver cómo incrementar esto, uniendo la cadena de valor desde la lonja al consumidor. No podemos perder oportunidades.
–Las cofradías, sobre todo en Galicia, dicen que se sintieron abandonadas por Bruselas tras estallar la pandemia. ¿Es un sentir generalizado?
–Está claro. Cuando se modificó el FEMP para ayudar al sector vimos cómo las cofradías se quedaban fuera y mandamos una carta muy dura a los 36 eurodiputados españoles. Tristemente tan solo dos llamaron y un tercero respondió por email. La Comisión de Pesca hace lo que dicen los eurodiputados y si ellos no pelean por nosotros, que somos asociaciones representativas del sector… Nuestra misión era decirles que si había algo que negociar que hablasen con nosotros y también por nosotros. En aquel momento estábamos muy mal, y hay cofradías que a día de hoy están agobiadísimas con tanto trabajo por los trámites que nos cargaron.
–¿Hay inquietud por las cuotas de pesca para el próximo año ahora que se juntan Brexit y Covid-19?
–Siempre hay preocupación. Ya tuvimos una reunión con los científicos y vemos con asombro que proponen algunos recortes. Imagino que la propuesta de la Comisión Europea será por el estilo. Nosotros estamos cansados de que haya una propuesta de subida o bajada y que al final quede igual, lo que es un desastre con especies para las que hay poca cuota, ya que supone un año más en el limbo. Luego hacen subidas fuertes un año para una especie y al siguiente la bajan, y a lo mejor hasta quedas con menos cuota que antes. Esto no se entiende.
–¿La pandemia acentuó la falta de relevo generacional?
–No lo acentuó porque ya estamos en un punto tan abajo que no se puede empeorar. Es uno de los problemas que tenemos encima de la mesa y tenemos la idea de negociar con sindicatos y con la patronal pesquera para ver cómo aplicar la mano abierta que tienen ellos para incorporar a tripulaciones extranjeras en los barcos que van más allá de las 200 millas. Queremos ver si se puede aplicar a la bajura como hace la flota de altura, porque es habitual que llamen patrones diciendo que no pueden salir a faenar por falta de tripulación. Lo mismo pasa con el empresario, que hay mucho de avanzada edad que no tiene relevo y cuando se jubile la empresa desaparecerá. Es un problema soterrado y tenemos que ponerlo encima de la mesa, como el tema de la escasez de cuotas.
–¿Son los dos principales problemas en la actualidad?
–Esos y también el plan plurianual del Mediterráneo. Es un absoluto desastre. No hay cuotas, es por esfuerzo pesquero, y lo que necesitamos saber a día 1 de enero es cuantos días se van a poder ir al mar, de lo contrario los estaré gastando. Hay gente de la gamba roja que ya no tiene días de faena de cara a las Navidades. A mayores también hubo una recomendación científica sobre la merluza que de llevar a cabo una reducción de las posibilidades de pesca haría inviable la pesquería. Es un problemón y estamos a la espera de que Madrid nos informe, porque sabemos esa noticia por los franceses.
“Antes la federación arrastraba deudas y malvivía año tras año; quedan cosas por hacer y quiero terminarlas”
–Lleva ya tres años y medio en el cargo. ¿Prevé continuar tras las lecciones del próximo año?
–Las elecciones son en abril y después de un primer mandato complicado me gustaría poder disfrutar un poco en una segund legislatura de todos los cambios hechos hasta ahora. La verdad es que algo tan grande como una federación de este tipo cuesta movilizar al personal y poner todo como piensas que debe estar. No está acabado el trabajo y no me importaría continuarlo.
–Se aprecia un gran cambio entre lo que era la FNCP y lo que es ahora.
–Sí, pero quedan cosas por hacer y quiero terminarlas. Al mismo tiempo después de casi cuatro años toca disfrutar del cargo, aunque sea difícil porque siempre hay problemas. Hubo decisiones que personalmente dolieron mucho, pero que hubo que tomar.
–¿Se refiere a la venta de la sede?
–A la venta, al cambio de secretario general… decisiones complicadas. Eran cinco personas trabajando en la federación y ahora son tres. En la situación actual, con la pandemia, nos tuvimos que adaptar a muchas cosas y muy rápido, pero para mí los peores momentos al frente de la FNCP fue firmar la venta de la sede y los despidos de esas dos personas.
–Entonces, ¿podemos decir que la federación goza ya de buena salud?
–Sí, no hay problema. De hecho antes la federación arrastraba deudas y malvivía año tras año. El saneamiento nos permitió meternos en proyectos nuevos y ahora mismo tenemos cinco en marcha. Dos de ellos los estamos rematando junto a la Fundación Biodiversidad, algo que antes era imposible de hacer; otros dos los tenemos preseleccionados y la semana pasada empezamos en Noia [A Coruña] la campaña para promocionar los pescados y mariscos de España tras firmar un convenio con el Ministerio de Pesca. Algo impensable hasta no hace mucho.