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Sin pena en el corazón

El hermano y el hijo de Sousa, a quienes disculpó en todo el procedimiento, quedan absueltos

Sousa y su hijo Pablo, en la última junta a la que asistieron, en septiembre de 2013. // Lara Graña

Era su obsesión. Que su hijo Pablo no fuese a la cárcel, castigo que Manuel Fernández de Sousa dio por seguro para sí mismo tantas veces. Lo reiteró en el juicio y durante la instrucción: "no refiere dato o indicio alguno sobre los cuales sostener la afirmación de que Pablo conocía la situación de Pescanova [...] Jamás ocurrió". Pablo Fernández Andrade (Madrid, 1979) quedó finalmente absuelto de los delitos de falseamiento de cuentas anuales, falseamiento de información económica y financiera, estafa e insolvencia punible. "Estuvo al margen de la actividad financiera llevada a cabo por la matriz y su grupo desde finales de 2007 sobre la base de contratos ficticios, desconociendo igualmente que las cuentas anuales y otros documentos", zanja el fallo de la Audiencia Nacional.

La misma carga le fue retirada al hermano Fernando Fernández de Sousa (Madrid, 1960), quien como consejero "desconocía la situación deficitaria" del grupo. De hecho, como ilustró el propio expresidente de Pescanova, "la descoordinación [entre ellos] era tan alta que él compró acciones durante el preconcurso". Protagonista -como su abogado- en varias sesiones del juicio oral por sus declaraciones, la mácula de la quiebra de la compañía que confundó su padre José no recaerá sobre él.

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