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Pescanova remitía 90 facturas falsas diarias para sostener su tesorería

De las 41.823 analizadas por la UDEF, casi 38.000 eran de operaciones inventadas para obtener financiación de "factoring" - "Había confianza plena en su buen funcionamiento"

Tribunal que juzga el caso Pescanova en la Audiencia Nacional. // FdV

Mariano Expósito es el responsable de Mariscos Úbeda, una pequeña sociedad fundada en 1995 que ha dado el salto a internet para distribuir cañaíllas, langostinos o nécoras por toda España. Factura poco más de millón y medio de euros al año. Utiliza su propio packaging (empaquetado, con marca), que llegó a utilizar para distribuir productos de la red mayorista de Pescanova SA. Era un cliente más del gigante de Chapela. "Lo fuimos entre 2010 y 2012". Lo que Mariano Expósito no sabía es que en los meses siguientes la multinacional siguió utilizando su NIF para presuntamente dar una falsa imagen ante los bancos -de gran actividad en ventas-, remitiendo miles de supuestas facturas y obtener de estos la financiación necesaria para seguir operando. Para no quebrar. Cuando Pescanova no pudo atender al vencimiento de un crédito sindicado, en marzo de 2013, todo se vino abajo. Y a este empresario de Jaén empezaron a llamarle los bancos porque, en teoría y sobre el papel, era un moroso. Así funcionó durante años esta práctica, con decenas de marianos: la pesquera remitía una media de 90 aparentes facturas falsas diarias a las entidades financieras. Aparentes porque no eran ni facturas: solo números enviados por mail que facilitaban su acceso al dinero de los bancos.

Lo ilustró ayer el inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional encargado de redactar los informes que obran en el procedimiento. Entró en escena en la primavera de 2013, cuando casos como el de Mariscos Úbeda -o Congelados Lopemar, Congelados El Junco, Friobas?- empezaron a llegar a las comisarías. Figuraban como deudores de hasta doce bancos por líneas de factoring no abonadas, con pedidos que no reconocían o con cargos duplicados. De acuerdo al relato del policía -compareció como testigo y no fue identificado por su nombre-, aquello era un "fenómeno a investigar", máxime teniendo en cuenta el prestigio de la marca gallega. "Era una empresa Ibex [en realidad, del Mercado Continuo], había confianza plena en su buen funcionamiento". Lo que se encontró, expuso, no coincidía con esa buena imagen.

Entre el 1 de enero de 2012 y el 6 de marzo de 2013 (en total, 430 días naturales), Pescanova SA realizó 304 procesos de factoring. En ellos cedía aparentemente los cobros a los bancos, aunque los gestionaba la propia pesquera. En suma, remitió archivos de Excel con 41.823 operaciones en ese periodo; 37.783 eran "incorrectas", no tenían ninguna correspondencia con los registros de la Agencia Tributaria. Eran falsas, "para tener flujo de caja" en base a una actividad inventada desde los despachos de Chapela. De las doce entidades financieras que participaron sin saberlo en este entramado, a casi ninguno se le remitían las facturas reales, sino solo esos archivos con nombre de cliente, NIF, importe del pedido y un número de registro. Porque no las pedían, se fiaban de Pescanova y habían cedido a esta las gestiones de cobro. Solo HSBC recibía los documentos originales. Por una única razón, y es que eran las facturas de las sociedades instrumentales creadas ex profeso por la antigua dirección de la compañía. "Estaban controladas por Pescanova, era el papel pelota".

El proceder de los bancos con las líneas de factoring ha sido duramente criticado desde el inicio del juicio por las defensas de los imputados. Sobre todo por la del expresidente Manuel Fernández de Sousa, que ya el primer día tachó de usureras a las entidades financieras por haberse "lucrado" con los intereses. Esta semana recordó, por ejemplo, que los tipos aplicados por una de ellas habían pasado del 1,6% más Euríbor en 2011 a una tasa del 5% en 2012, también con Euríbor. La representante de Bankia, en este caso particular, explicó que se debió a una ampliación de la póliza y, por consiguiente, del riesgo asociado a la misma. "Los contratos de factoring -prosiguió el inspector jefe de la UDE- estipulaban que los bancos podían reclamar las facturas, pero no lo hacían. La propia Pescanova se encargaba de cobrarlas, informaba al banco y autorizaba a realizar el cargo". Sin que se moviera un solo kilo de pescado en esas casi 37.800 operaciones.

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