La división Emissions Systems de BorgWarner condiciona la llegada de dos nuevos proyectos a la planta de Zamáns vinculados a motores de gasolina a un acuerdo en la negociación del nuevo convenio colectivo, que garantizaría 80 puestos de trabajo y un horizonte a medio y largo plazo de estabilidad para el centro, uno de los más perjudicados por la caída de ventas de los coches diésel. La empresa, según ha podido saber este diario, ha retirado sus propuestas de cambio en cuanto a jornada, estructura retributiva, nueva categoría laboral de entrada y registro de jornada para buscar un acercamiento y desbloquear la situación antes de marzo.
La fábrica de Zamáns ha recortado plantilla en los últimos años por el castigo del mercado a los diésel, segmento en el que está especializada en la producción de válvulas y coolers EGR. La empresa había registrado un importante crecimiento debido a las normativas cada vez más restrictivas para el diésel, pero el cambio en la curva de ventas por la demonización de los motores diésel colocó al centro en una posición delicada que ahora busca remediar con proyectos para coches gasolina y eléctricos.
