La maquinaria municipal hace que los temas que se abordan sean tratados hasta la saciedad, desde la aprobación inicial, hasta el último plácet, en un proceso que se eterniza y que se hace repetitivo, en ocasiones cansino. Pero por más que se haya repetido varias veces, conviene destacar que este viernes el Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado los presupuestos de la ciudad para el 2020, lo que sucede por primera vez en cinco años, después de que la falta de una mayoría contundente haya provocado que durante ese lustro las cuentas se hayan prorrogado o validado por la puerta de atrás, mediante cuestiones de confianza asociadas. Un mecanismo, este último, previsto para que un gobierno municipal en minoría, como lo fue el de Ada Colau en el mandato anterior, incluso cuando tenía al PSC como socio.

En contraste, los presupuestos, los primeros que alcanzan los 3.000 millones de euros en Barcelona, han logrado un apoyo récord: 33 concejales de los cuatro grupos citados han votado a favor, en tanto que los ocho restantes lo han hecho en contra. Durante unas horas emergió la duda de si Barcelona pel Canvi se abstendría, pero Manuel Valls compareció para subrayar que, como Ciutadans y el PP, votarían en contra.

Alianzas imprevistas

La buena noticia para el gobierno de Ada Colau es considerable, más si se recuerda cómo empezó este mandato, con su reelección gracias a los votos que le proporcionó Valls, que parecían un regalo envenenado: se extendió la imagen de que la alcaldesa dependería todo el mandato de esos votos. La actitud de ERC, que en seguida optó por el pragmatismo, por rentabilizar sus 10 votos en el plenario proponiendo iniciativas para que fueran aprobados, pudiendo presentar así una hoja de servicios con aportaciones concretas -el recargo de la tasa turística, como ejemplo principal-, ha sido decisiva para que se dé el actual escenario.

Y lo llamativo de la aprobación de los presupuestos es que esa actitud de ERC ha contribuido a que también JXCat se sumara al pacto, contra pronóstico, contra la lógica de que inicialmente votara en contra y contra la actitud que los posconvergentes tuvieron en el anterior mandato. Una actitud, por otra parte, lógica, ya que Barcelona en Comú y JXCat se identifican como antagonistas.

El Parlament y el Congreso

"Era necesario aprobar los presupuestos de Barcelona pero también los de Cataluña ha afirmado el concejal de Presupuestos, Jordi Martí. Que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, optara por que se aprobaran los presupuestos autonómicos pese a anunciar una convocatoria electoral en unos meses, fue sin duda un alivio para el consistorio, que, por ejemplo, contará gracias a esa aprobación con el recargo de la tasa turística. De que se aprueben los presupuestos generales depende la llegada de 128 millones adicionales en la aportación estatal.

La mirada de Colau y sus socios al Parlament y el Congreso tiene también un interés de futuro. Barcelona en Comú y el PSC, o el mundo que encarnan políticamente, comparten ahora también el Gobierno central, y aunque resulta muy complejo prever el futuro inmediato de la política catalana, son candidatos a participar en una figura que crece en el imaginario de partidarios y detractores: un tripartito formado por ERC, el PSC y En Comú Podem.

"Tenemos que mantener la serenidad de este pleno", ha afirmado Colau al final del debate sobre los presupuestos, cuando ha querido tomar la palabra para celebrar que las cuentas hayan prosperado "tras años de bloqueo". El debate, en efecto, ha sido suave, incluso entre los que han rechazado el incremento fiscal que suponen los nuevos presupuestos, el PP, Ciutadans y Barcelona pel Canvi.

El aparcamiento

En el marco de la aprobación de las cuentas también se ha dado luz verde al cambio de las tarifas en el área verde y azul, con el mismo reparto de votos que en los presupuestos. La reforma anula la gratuidad de la zona azul de 14.00 a 16.00 y eleva las tarifas. Los residentes pagarán un euro a la semana, 52 al año, ya no habrá gratuidad para los que no tengan multas.

En la zona azul se cobraban cuatro precios distintos en función del lugar de la ciudad: 2,50 euros en la zona A, 2,25 euros en la B, 1,96 euros en la C y 1,08 euros en la D. Ahora las cantidades suben en función de lo contaminante que es el vehículo afectado. Los que lo son menos, con distintivo ECO, pagarán lo mismo que ahora. Los que tienen distintivo C pagarán 3,25 euros en la zona A, 3 en la B, 2,71 en la C y 1,83 euros en la zona D. Los que tengan distintivo B, 3,50, 3,25, 2,96 y 2,08 euros por hora. Los que no tienen son los más abonarán por hora y zona: 3,75 euros en la A, 3,5 en la B, 3,21 en la C y 2,33 en la D.

En cuanto al área verde, en la que se pagaban 3 euros la hora en la zona A y 2,75 en la zona B, también se mantendrá el coste para las etiquetas eco. Con distintivo C, las tarifas horarias serán de 3,75 euros en la zona A y 3,5 en la B. Con distintivo B, de 4 y 3,75 euros. Sin distintivo, de 4,25 y 4 euros. El coste de anulación de una multa pasa de 7 a 9 euros.