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Endesa cierra en As Pontes y ofrece 1.600 millones en inversión eólica en Galicia

La compañía pide la clausura de la térmica, pero no descarta dar marcha atrás, al menos con parte de la capacidad de la planta, si las pruebas con biocombustibles tienen éxito

Central térmica de Endesa en As Pontes. // Fran Martínez

Cuando la Empresa Nacional de Electricidad, germen de la actual Endesa, se puso manos a la obra en 1970 con las prospecciones de lignito en colaboración con la firma de ingeniería Auxiesa para analizar la viabilidad una térmica en As Pontes, las previsiones iniciales se quedaron muy, muy cortas. Ni un año después de iniciar la tramitación administrativa de una central con dos grupos de 350 megavatios (MW), sus responsables presentaron una segunda fase del proyecto. La explotación de la mina daba para una producción anual de 12 millones de toneladas y la potencia de las instalaciones se duplicó hasta los 1.468 MW disponibles hasta ahora. La adaptación para la quema desde mediados de los años 90 de una mezcla con lignito importado y ya exclusivamente de carbón foráneo a partir de julio de 2005 permitió a la planta tener una segunda vida tras el agotamiento de la materia prima autóctona y el progresivo recorte del techo de gases de efecto invernadero. No habrá una tercera. Endesa anuncia lo irremediable. Que ayer mismo presentó la solicitud de cierre por la falta de rentabilidad de la mayor térmica de España y por el compromiso "compartido y apoyado" desde la compañía "con el objetivo de conseguir un sistema energético totalmente descarbonizado en el año 2050", en línea con "todos los países que han firmado los acuerdos de la cumbre de París COP21". Por eso su alternativa a la clausura es una maná de inversiones "verdes" en Galicia, donde quiere levantar 1.505 MW renovables hasta 2026.

Eso, la compensación a la clausura de la térmica, era lo que faltaba por saber, porque la decisión de poner punto y final después de 78 años de producción eléctrica con carbón, liderando el ranking de emisiones contaminantes en el país, estaba más que clara. El pasado 27 de diciembre comunicó a través de un hecho relevante a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la "discontinuidad de la producción" y el 27 de noviembre confirmó el "cese acelerado" de toda su capacidad térmica en el marco del "rediseño del modelo de negocio" del nuevo plan estratégico de la compañía, enfocado a las tecnologías limpias.

"La profunda modificación de las condiciones de mercado", justifica Endesa, en referencia al "incremento sustancial" del precio de los derechos de CO2 y la "caída significativa" del coste del gas, "ha llevado a que esta planta haya sufrido una importante falta de competitividad en la cobertura de la demanda de mercado y a que, por consiguiente, se haya acentuado su exclusión de este".

Lo ocurrido el pasado 14 de diciembre, el primer día sin carbón en el mix de generación eléctrica en España desde que existen registros históricos, ejemplifica la evolución de las térmicas durante este ejercicio en España, en stand by por esa disparada cotización del CO2 en el mercado de derechos -la tonelada acumula una media en 2019 de 24,84 euros, un 56% más que el año anterior y un 326% por encima de 2017-, al que Endesa tiene que recurrir para cubrir todas sus emisiones. Desde hace años las térmicas carecen de una cuota gratuita. A eso se suma el abaratamiento del gas y el impulso que esto ha tenido para la producción de los ciclos combinado, una tecnología de respaldo para cuando las renovables se enfrían por las condiciones meteorológicas.

Aunque Endesa se reserva "el derecho de desestimiento" en caso de que fructifiquen las "pruebas adicionales" con combustibles alternativos para mantener operativa la central, el comunicado enviado ayer con la solicitud no parece muy optimista. Recuerda que los otros intentos, como el realizado con biomasa, no resultaron "satisfactorios" ni técnica ni medioambientalmente. Y, en el mejor de los casos, parece imposible mantener una potencia superior a los 1.400 MW con una materia prima distinta al carbón.

Antes de formalizar la solicitud de cierre, Endesa, asegura, se lo avanzó "a las autoridades de la Xunta, los representantes del ministerio y a los del municipio en que se halla ubicada la planta". En paralelo y "de manera voluntaria", la compañía presenta su Plan Futur-e "para atenuar el impacto provocado por la disminución de la actividad de la central", con "flexibilidad" para sumar nuevas iniciativas "viables" bajo, como destaca, "el liderazgo de las administraciones públicas".

Producción a pérdidas

Producción a pérdidasPara los 174 empleados de la central, Endesa contempla la recolocación, incluidas medidas de formación para su reciclaje laboral. A ellos se recurrirá en las tareas de desmantelamiento, que durarán unos cuatro años y para los que también se dará prioridad a los trabajadores de las auxiliares. Pensando en ellos y en la carga laboral del próximo 2020, el grupo controlado por la energética italiana Enel está dispuesto a seguir quemando carbón para producir electricidad a pérdidas hasta agotar las existencias del almacén.

Los 1.505 MW a desarrollar en los próximos siete años serán eólica. La inversión rondará los 1.581 millones de euros, con 1.250 empleos directos "de media anual" durante la construcción de los parques y 125 estables para la operación y mantenimiento posterior. De ese total, 165 MW cuentan con conexión a la red confirmada. Además, la compañía lanzará un concurso internacional de ideas al igual que hizo en Compostilla para buscar proyectos "viables" de inversión y creación de empleo sostenible en las actuales instalaciones de la térmica.

"Aún pensando que esto podía pasar, nunca esperas que se anuncie así, todavía sin la reunión con el Ministerio y con las pruebas pendientes de hacer", valoró, en declaraciones a la agencia Europa Press, el presidente del comité de empresa de la central, Luis Varela, que reclama a la propietaria de la térmica gallega "una transición como dios manda". Los compromisos con el empleo no son suficientes para la plantilla, que afea a Endesa que no ponga nada sobre la mesa para la industria auxiliar. "Al final acaban de aquella manera", se queja Varela, confiado en que las pruebas con biomasa "vayan adelante". Eso, defiende, daría "un balón de oxígeno muy grande para la comarca".

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