Alfonso Paz-Andrade se jubiló como trabajador de Pescanova SA en 2007, aunque se mantuvo como accionista, consejero y miembro del comité de auditoría hasta bien entrado el año 2013. Sobre esa permanencia en la sociedad pivotan las imputaciones que recaen sobre él, solo por detrás de que pesan sobre el expresidente Manuel Fernández de Sousa. Pero Paz-Andrade se afanó ayer, a preguntas del Ministerio Público, en trazar un amplio cordón sanitario entre la gestión ordinaria de la compañía y él. "Iba a la empresa cada dos meses". Ni siquiera cuando era consejero delegado, cargo que ostentó entre 1977 y 2007. "La creación de las sociedades mixtas [para operar en países terceros] necesitaba de un negociador, no era más que eso y fue mi humilde aportación", respondió a un fiscal severo e incisivo. "Tengo la sensación de que tienen la imagen de Pescanova llena de contables y técnicos, pero fundamentalmente es la empresa que ha tenido quizás la mayor flota pesquera del mundo".

Las desavenencias con Fernández de Sousa son conocidas, y expuso que se negó a ser su asesor, tras jubilarse, por las discrepancias en la política de Pescanova. "Allí ya no había sitio para mí". Enseguida trató de perfilar, ante la insistencia de Juan Pavía, que su papel en la compañía era muy secundario. "Nunca he negociado con un banco". Y, aunque a cierre de 2011 tenía poderes en 14 entidades financieras, lo atribuyó a una cuestión formal. "Tenga la seguridad de que no voy a aparecer en ninguna operación".

De momento -la declaración se reanudará el día 19- Pavía le ha recordado su participación en las reuniones que se produjeron antes del colapso del grupo. Incluida la reunión privada y "no oficial" en la que Sousa, según su versión, pidió 30 millones de euros a los consejeros para ganar tiempo hasta vender una compañía salmonera. Paz-Andrade lo negó: "Sabíamos que aplazar la venta de Acuinova podría acarrear tensiones de tesorería", aunque aseguró haber salido de aquel encuentro "como entré. Fue intrascendente". "¿Le pidió dinero a usted?", cuestionó el fiscal. "A mí no". El expresidente de la pesquera había declarado que sí, pero que tanto Paz-Andrade como José Antonio Pérez Nievas le habían manifestado que "no podían". El fiscal cuestionó que el exconsejero no hubiese advertido del contenido de aquella reunión, solo tres días antes de pedir el preconcurso, al comité de auditoría. O que se hubiese extrañado de que el consejero por Damm, José Carceller, se negase a firmar las cuentas. "Nadie se imaginaba la magnitud del problema". Sus manifestaciones y distancia con las decisiones adoptadas en la multinacional durante aquellos días, y que derivaron en un enorme concurso de acreedores y esta macrocausa, molestó incluso al tribunal. "Usted no era un convidado de piedra", le recriminó.