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Juicio por el "caso Pescanova"

La defensa de Fernández de Sousa: ataques, perdón, lástima y olvidos

"No sabía que las cuentas estaban mal", expone, además de disparar a la banca y disculparse ante los accionistas

Fernández de Sousa, ayer, en el juicio.

El factoring es un sistema de financiación para las empresas: una compañía cede al banco una serie de deudores (clientes como un supermercado o un mayorista) y la entidad adelanta el dinero de esas facturas a la primera. En este caso, a Pescanova SA, y debería sustentarse en una actividad ordinaria. Con facturas de verdad. Pero pocas cosas fueron normales alrededor de la multinacional pesquera, y este tipo de operativa no esquivó a esa máxima. Tanto el informe forensic de KPMG -realizado en 2013- como la compleja instrucción de este caso puso sobre la mesa la siguiente realidad: que Pescanova utilizaba factoring basado en unas ventas "aparentes", que esos deudores no lo eran en realidad o que ya habían pagado previamente. Todo, para obtener liquidez en tiempos de estrecheces financieras. Cuando la empresa entró en preconcurso y se quedó sin dinero los bancos empezaron a reclamar pagos a los supuestos deudores, algunos de los cuales nunca habían comprado nada a Pescanova. El principal imputado y expresidente de la pesquera, Manuel Fernández de Sousa, se explayó ayer en su verdad. Que es cierto que el factoring no se basaba la mayor parte de las veces en facturas, pero -dijo de forma reiterada- que era porque así preferían operar las propias entidades bancarias.

"Era crédito puro, lo que les interesaba [a los bancos] era que pagáramos. Cuando era así no había facturas", remachó. Esta operativa financiera es uno de los pilares del escrito de acusación y del auto de apertura de juicio oral, ya que la investigación ha demostrado que Pescanova obtuvo al menos 932 millones de euros con líneas de factoring desde el año 2010. Según la firma de esos contratos -solo en 2012 y 2013 se firmaron 304, con la cesión de 41.823 facturas- cada entidad debía recibir las facturas y realizar las gestiones de cobro; a fin de cuentas Pescanova cedía el derecho a cobrar esos importes. "Ningún banco hizo nunca ninguna gestión, ni pidió facturas. Si eran laxos en la aplicación de las cláusulas no le puedo decir. Sus razones tendrían", respondió a un fiscal inquisitivo, que exhibió una docena de acuerdos firmados por el propio Fernández de Sousa. "Necesitábamos crédito, hacíamos lo que decía el banco".

Siguió Sousa a pies juntillas la estrategia de su letrado, Gonzalo Martínez Fresneda, que en la primera sesión señaló a las entidades financieras por haberse lucrado de jugosos intereses con operaciones que alentaban desde los despachos y que les reportaron ingresos de 324 millones en solo dos años (2011 y 2012). Y que por eso solo Bankia, de un total de 109 bancos afectados por la quiebra, se sienta hoy como acusación particular. "Nos sobraba crédito por todos lados, había cola para prestarnos dinero. Nuestra crisis llega con la [crisis] bancaria", resumió a Juan Pavía. "El factoring nunca funcionó tal y como dicen las cláusulas de factoring, ni cuando sobraba el dinero ni cuando no".

Desde al menos 2009 las cuentas de Pescanova no reflejaban la imagen real de la compañía, que divulgaba "documentos en los que se ocultaba su situación de insolvencia". Desde ese momento hasta 2013 la pesquera realizó tres emisiones de bonos convertibles y una ampliación de capital, además de cotizar en todo momento en el mercado bursátil. Hubo tres grandes corporaciones afectadas: Luxempart (52 millones de euros), Damm (40,18 millones) y Silicon Metals Holding (23,3 millones). Ayer Fernández de Sousa solo se dirigió a la tercera, amén de a unos minoritarios que lo han perdido todo (Pescanova SA solo posee hoy el 1,65% de la multinacional Nueva Pescanova). "Siento que haya perdido su dinero", manifestó en referencia a Peter Yu, presidente de Silicon Metals. "Como los accionistas pequeños. Pido perdón. Yo habré perdido todo, pero eso ya no es nada".

No tuvo la misma complacencia con Damm, y mucho menos con Luxempart, que ha sido el fondo que más peleó por engordar las imputaciones del expresidente. "De todos los accionistas -apuntó- fue quien más" escudriñó en las cuentas de Pescanova SA, incluso con una due diligence encargada ad hoc para entrar en el capital a la salida de Novacaixagalicia (NCG) como socio. "Si supiera que las cuentas estaban mal ni yo habría perdido todo ni estaría aquí. Habría pedido el concurso mucho antes". ¿Se asignó la responsabilidad de las cuentas falsas? No, la derivó, una vez más, en la auditora BDO. "Yo no las supervisaba, eran tuteladas por la auditora externa".

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