Los accesos a París vivían ayer por la mañana un caos circulatorio como consecuencia de la quinta jornada consecutiva de huelga del transporte público terrestre contra la reforma de las pensiones. A las 8.15 horas se acumulaban más de 620 kilómetros en las vías de acceso en la capital, un volumen que no se había registrado en cinco años, ya que decenas de miles de personas que habitualmente utilizan trenes, autobuses o metros habían optado por el coche particular en razón del paro.

En las calles de la ciudad, también resultaba bien visible la presencia pese a la lluvia de muchas más personas de lo habitual que hacían su trayecto cotidiano a pie o en bicicleta.

Circularon de media un 20% de los trenes de alta velocidad (TGV), de los otros de largo recorrido y de los cercanías de París, en torno al 30% de los regionales y muy pocos en las líneas internacionales.

La entidad del transporte metropolitano de París tuvo que cerrar 10 de las líneas de metro. Funcionaron la mitad de los autobuses urbanos y una tercera parte de los trenes que van a los dos aeropuertos.