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Fernández de Sousa, historia alternativa

El expresidente de Pescanova desveló en el juicio operaciones que habrían cambiado, cree, el curso de la compañía y el suyo propio: ofertas por la acuicultura o el día después de Unilever

Fernández de Sousa en el juicio de Pescanova // L.G.

Pescanova es una sucesión de historias. De las de verdad y de las que pudieron haber sido. El expresidente de la multinacional Manuel Fernández de Sousa trazó este miércoles, durante la primera tanda de preguntas formuladas por la Fiscalía, un poco de ambas. Fue una comparecencia plagada de claroscuros, entre panegíricos y lamentos. Desveló hasta tres operaciones que habrían cambiado no solo el devenir de la pesquera, sino el suyo propio y de su familia. De una se autoinculpó; las demás le sirvieron para cargar más las tintas contra sus consejeros críticos, François Tesch (Luxempart) y José Carceller (Damm), a los que ya había responsabilizado de haber precipitado la quiebra de la compañía por no haber querido suscribir un préstamo temporal de 30 millones de euros. "Yo no estoy contento, no puedo presumir de haber hecho todo bien como responsable máximo".

| El rescate de Fraga. La primera tiene un electo de cuatro actores: él mismo, Alfonso García Calvo, Unilever y -a este último no lo mencionó- Manuel Fraga Iribarne. Fue una operación frustrada por el expresidente de la Xunta a mediados de los años noventa con un cheque por 7.000 millones de pesetas. Sousa se refirió a ella al ser preguntado por el fiscal, Juan Pavía, por las funciones que desempeñaba García Calvo (imputado) en Pescanova. Este directivo -hijo de un exdirector de Personal del grupo- era, entre otras cosas, administrador solidario de la filial Novapesca Trading. "Esta sociedad se creó en los noventa -expuso Sousa- en una España que sufrió la mayor devaluación que haya visto". Entonces pasó de puntillas por la negociación con Unilever, que a punto estuvo de comprar una Pescanova ahogada en deudas. "Estuvimos a punto de vender, incluida la marca", sin la actividad de pesca extractiva. Según el relato del empresario, Novapesca (creada en 1991) iba a ser esa nueva marca, la cabecera de un holding con casi un centenar de barcos. Un nombre para trazar el día después de la operación (1994) con Unilever.

Pudo haber sido. Y se arrepintió después. "Más dolor es aún no haberlo hecho antes cuando quería comprar la mitad Unilever y con ello el futuro de mi vida y la de mis hijos hubiera sido bien distinto", confesaría en 2012 a un confidente, en unas comunicaciones que desveló FARO. Pero no fue.

| Una IPO en Noruega. Hay que avanzar en el tiempo para esta segunda operación, que tampoco cristalizó. No concretó fechas ante el Tribunal, pero se sitúa antes de mediados de 2012. "Mucho me arrepiento". Fernández de Sousa explicó que había recibido una propuesta desde Noruega para sacar a Bolsa toda la actividad acuícola de Pescanova SA. "Entonces tenía el apoyo del 51%" del accionariado para hacerlo. Hasta desveló una cifra: 3.000 millones de euros, previsiblemente de valor del negocio. El proyecto pasaba por transferir las actividades de cultivo a una filial noruega, lanzar una IPO ( initial public offering, oferta pública de venta) y empezar a cotizar. La compañía contaba entonces con granjas de salmónidos (Chile), langostino vannamei (distintos países de Centroamérica), rodaballo (Galicia y Portugal) y tilapia (Brasil). ¿Por qué no lo hizo? "Me equivoqué por hacer caso a Tesch, apoyado por el señor Carceller".

Hasta esa fecha Pescanova SA había invertido, solo desde 2007, más de 580 millones de euros en la cría de especies en cautividad; acabaría gastando en este capítulo cerca de 770 millones. Hasta que entró en preconcurso de acreedores. No sería la primera oferta que iba a recibir por las filiales de acuicultura. En abril de 2013, ya con la empresa acogida al 5 bis, confió a aquel interlocutor: "Pablo [por su hijo, Pablo Fernández Andrade, se entiende] estuvo en Thailandia viendo a los de CP [ Charoen Pokphand], que son los mayores productores de acuicultura del mundo. Quieren entrar en nuestro negocio pero siendo el 60%. Yo les dije que un 50%, pero dicen que tienen miedo a quien venga después". En su declaración, en la que lo exculpó de cualquier toma de decisiones, explicó la razón de sus fuertes desavenencias con Alfonso Paz-Andrade, que había sido consejero delegado desde los ochenta tras la jubilación de Ernesto Maceira. "Son muchos años de trabajar juntos, no siempre se está de acuerdo. Hay quien ve mejor la acuicultura y quien prefiere la pesca. Ahí discrepábamos".

| La venta de Acuinova. Manuel Fernández de Sousa relató al tribunal que tenía una oferta de la noruega Marine Harvest por la filial Acuinova Chile. Pagaban 240 millones de dólares, pero que la canadiense Cooke Aquaculture le puso sobre la mesa 50 millones más. En la convulsa reunión con sus socios antes del preconcurso -el 25 de febrero de 2013- les pidió un préstamo de 30 millones para aguantar, apagando las tensiones de tesorería hasta cerrar la transacción. "Dije, podemos aguantar un mes o vender ya. No teníamos dinero para aguantar todo el mes", y de ahí ese préstamo. "Nadie me dijo vende ya". Sousa no se refirió al intento frustrado de la misma subsidiaria de salir a Bolsa, comunicado a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) del país andino en junio del ejercicio anterior. Sus planes pasaban por sacar una parte al parqué -en el primer trimestre del mismo 2013- y captar 57,817 millones de dólares. En teoría, para "financiar el plan de desarrollo de para los próximos años", con inversiones en activos fijos para la instalación de más centros acuícolas marinos. En realidad Pescanova SA tenía ya graves problemas en aquel momento, con una ampliación de capital -por 125 millones- que resultó insuficiente. El germen de otra historia que sí pasó.

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