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"La gente en el astillero tiene miedo"

El temor se apodera de los operarios que han perdido su trabajo por la situación de Hijos de J. Barreras: "¿Qué hago si no se soluciona?"

Trabajadores de Hijos J. Barreras en la entrada del astillero. // Marta G. Brea

El trajín de las últimas jornadas empieza a desaparecer. Las furgonetas que pasan la barrera cada vez son menos y las fundas empiezan a tener una menor gama cromática. El marrón de los trabajadores de Hijos de J. Barreras comienza a ser predominante desde la portería de astillero -hasta donde se puede acceder sin autorización- y los ruidos metálicos característicos del sector se escuchan solo a lo lejos, provenientes de la baja actividad que mantiene el crucero Evrima. Con los bloques de los dos buques para la naviera noruega Havila Kystruten paralizados como telón de fondo, la plantilla y los escasos operarios de las auxiliares que todavía quedan en el astillero pasan por la entrada. Son unos 800 los que se han ido "a la calle" -tal y como publicó FARO- y los ánimos "son los que son", como decía ayer uno de ellos. "¿Qué hago yo si no se soluciona? E.n mi caso me quedo sin nada", explica otro de los operarios que estos días fue a recoger sus cosas a las taquillas de la empresa en la que trabajaba hasta este mes.

Los dirigentes de las empresas alertaban de que la situación se recrudecería con el paso de las semanas. Ahora para los trabajadores el empeoramiento es cosa de días... y de horas. "Aunque algunos tienen la esperanza de volver, pero la gente en general tiene miedo", reconoce el mismo operario, de Redondela. "Ojalá se solucione, pero lo peor es que nadie sabe", dice otro enfundado en un mono de una empresa de la provincia especializada en tuberías. "Ahora tendré vacaciones de unos días que me quedaban y luego me recolocan en Metalships", añade.

Es de los que tienen suerte. Las empresas mandaron de vacaciones a sus empleados cuando se paralizaron en julio los buques noruegos. Ahora ven imposible encontrar acomodo en otras atarazanas pese a que existe carga de trabajo. El número de personal a desplazar es muy abultado debido a la importancia de la cartera de pedidos de Barreras, que asciende a 950 millones de euros. Tampoco es fácil encontrar acomodo en otro sector, aunque algunos lo hayan conseguido, por ejemplo, en la construcción civil. "Lo que nos dijeron fue que esperemos estas dos semanas, que lo del astillero se arreglará para bien o para mal. Luego veremos cómo hacemos para cobrar", admite un trabajador, que también explica que tiene compañeros todavía en el astillero trabajando en el crucero "y no saben si cobrarán".

La situación de incertidumbre ante las negociaciones en marcha entre la armadora del Evrima, The Ritz-Carlton Yacht Collection, y el astillero hacen que la mayoría no quieran atender a la prensa e incluso se escondan o giren la cara si se les enfoca con una cámara desde lejos. Dos trabajadores lituanos especializados en sistemas eléctricos explican que de momento no recibieron ninguna notificación sobre su futuro. "Nosotros seguimos aquí y no estamos afectados de momento. Sobre lo que pasa en el astillero sabemos poco", indican.

Solo el paso de los días responderá a las preguntas que se hacen los trabajadores. "Es que ni la empresa sabe cómo está el asunto", ilustra un soldador. El pánico crece en las gradas de Barreras.

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