Todo con Donald Trump es posible. Ya lo demostró en su batalla con China. El cacareo de victoria del presidente de EEUU tras recibir el visto bueno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para gravar con hasta el 25% un nutrido grupo de productos agroalimentarios europeos para compensar las ayudas públicas concedidas desde 2004 a Airbus puede convertirse mañana en solo una amenaza. Lo que, por cierto, piden tanto los países afectados, como España, como lo sectores, incluido el vino y las conserveras gallegas, que se juegan un negocio de alrededor de 30 millones en esta ronda de aranceles. Pero de momento el día 18 es la fecha marcada para la entrada en vigor de las tasas. De ahí que el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones haya convocado la próximas semana a comunidades y empresas para consensuar un frente común.

"Nos parece inaceptable que el sector agroalimentario español esté sufriendo las represalias comerciales en relación con un conflicto aeronáutico", critica Luis Planas, que confía en el margen de la negociación con EEUU para anular "total o parcialmente" los aranceles. Si no fuera así, el ministro reclama a la UE que haga "todo lo posible", incluido sacar del cajón "la posibilidad de represalias que no se aplicaron" derivadas de anteriores conflictos comerciales.

"La UE debe ser firme en su política comercial", reclamó también ayer el conselleiro de Economía, Emprego e Industria, que reconoce que los aranceles "ponen en dificultades" a las exportaciones gallegas, lastradas ya por el enfriamiento de sus principales destinos europeos. "Las empresas tendrán que tomar decisiones para buscar otros mercados o mantener su posición en EEUU", apeló Francisco Conde, que avanza que la Xunta hara "un seguimiento" de la situación".