Las restricciones cambiarias impuestas por el Gobierno de Argentina para intentar frenar la caída de las reservas monetarias han hecho revivir mecanismos alternativos a los bancos y casas de cambio para conseguir dólares, y, con ellos, crecen las denominadas "brechas" cambiarias. El fenómeno no es nuevo. Durante el Gobierno de Cristina Fernández (2007-2015), el llamado cepo cambiario, que limitó fuertemente la compra de divisas en el mercado formal, hizo saltar la cotización del dólar en el mercado negro.

Esta diferencia en el valor del dólar oficial y el precio en el circuito informal, lo que se conoce como brecha cambiaria, se redujo drásticamente luego de que Mauricio Macri, pocos días después de asumir la presidencia argentina a finales de 2015, decidiera dar por terminado el cepo, al que durante años había denostado.

La dura realidad de una recesión que lleva casi un año y medio y que se ha profundizado desde las severas turbulencias financieras desatadas en agosto pasado obligó a Macri a adoptar nuevas restricciones cambiarias. Los controles limitaron las compras de dólares y las transferencias al exterior son mayores para las empresas, que no pueden ya comprar divisas para atesoramiento.

Como consecuencia, muchos inversores se volcaron al mercado negro y la brecha entre el dólar oficial y el denominado dólar blue -como se conoce en Argentina a la cotización de la divisa en el mercado informal- se disparó.

Así, mientras el estatal Banco Nación vendía el dólar ayer viernes al público por 58,50 pesos por unidad, en las denominadas "cuevas" -locales donde se comercializa moneda fuera de los controles del Banco Central- se conseguía, según medios locales, a 62,50 pesos, lo que implica un coste adicional del 6,83%.