La tasa de inflación interanual de la zona euro se situó en julio en el 1%, una décima por debajo de la estimación preliminar y tres décimas menos que el dato registrado el mes anterior, lo que representa el menor nivel de inflación en la eurozona desde noviembre de 2016 y abre la puerta a una intervención inminente del Banco Central Europeo (BCE). El debilitamiento de las presiones inflacionistas en julio responde a la menor subida de los precios de la energía en el conjunto de la región monetaria, con un alza interanual del 0,5%, mientras que los alimentos frescos se encarecieron un 1,7%. Por su parte, el precio de los servicios subió un 1,2% en julio y los bienes industriales no energéticos se encarecieron el 0,4%.

Las baja inflación es también un reflejo de la ralentización del crecimiento económico, que en el segundo trimestre del año fue del 0,2% trimestral en la zona euro y en el conjunto de la UE (0,5% en España), con Alemania y Gran Bretaña además arrojando tasas negativas y por ello bordeando la recesión técnica. Precisamente, el banco central de Alemania, ha asumido una cada vez mayor probabilidad de que la mayor economía europea entre en recesión técnica en el tercer trimestre de 2019, cuando la institución anticipa que el PIB podría sufrir una ligera contracción, que se sumaría a la caída del 0,1% registrada entre los meses de abril y junio.

"En general, el desempeño de la economía podría volver a declinar ligeramente", advierte el Bundesbank en su último boletín mensual, donde señala como principal factor responsable de la pérdida de actividad a la persistente recesión que atraviesa el sector industrial, ya que los datos más recientes "apuntan a una caída igualmente significativa en el trimestre actual".