Por muy esperado que fuesen, los números rojos son siempre motivo de alarma en la economía. Y más cuando va calando la idea de que la ralentización mundial es una evidencia que podría desencadenar otra crisis. El producto interior bruto (PIB) de la UE avanzó, pero a paso de tortuga, un 0,2% durante el segundo trimestre del año, menos de la mitad que los tres meses anteriores. Ese cambio de paso que está dando la economía comunitaria se debe a la caída en la actividad de dos países: Alemania, a la que no le ha sentado bien la guerra comercial mundial, y Reino Unido, atenazada por la inestabilidad política y la amenaza de abandonar el club europeo por las bravas, lo que se ha bautizado como el Brexit duro. España, en cambio, aguanta el tirón y aumentó su actividad un 0,5%, según las cifras que acaba de divulgar el servicio de estadísticas comunitario (Eurostat).

Las bolsas reaccionaron negativamente a estos datos. El miedo a un frenazo económico mundial se ha apoderado de los inversores. Con esas, las bolsas europeas cayeron con fuerza, arrastradas, sobre todo, por el sector bancario. El Ibex 35 cerró la sesión con un desplome del 1,98%, lo que ha llevado al selectivo a borrar de un plumazo todas las ganancias que había acumulado durante el año. Está en los 8.522 puntos, su mínimo anual.

La economía gallega lleva ya unos meses notando que a la economía europea le falta gasolina. La excesiva concentración del sector exterior en la Eurozona, alrededor del 80%, provocó que la ralentización de la actividad en algunos de sus destinos favoritos -y, por tanto, de las compras que estos países hacen a otros territorios- arrastrase las exportaciones a una caída a la que ya no estaban acostumbradas después de tres años marcando récords históricos. Alemania supone el 5,6% de las ventas exteriores de Galicia y Reino Unido el 7%. Cuatro y quinto mercado en importancia para las empresas de la comunidad. Y son precisamente dos de las economías europeas que van peor.

La guerra comercial mundial, la parálisis de la industria automovilística y la amenaza de una salida brusca de Reino Unido de la UE está haciendo que Alemania esté acusando el desgaste, empiece a dar síntomas de agotamiento. Más de los esperados. La locomotora europea llevaba una década de un crecimiento casi constante (solo truncado en el tercer trimestre de 2018 cuando también retrocedió un 0,1%). El PIB británico, con sus propios males, cayó un 0,2%.

Italia, tercera economía de la zona euro y tercer comprador de Galicia, registró un crecimiento cero. Eso ocurre tras haberse escapado por los pelos de la recesión en el primer trimestre (creció por aquel entonces un 0,1% y rompía una racha de dos trimestres consecutivas de caídas). El PIB de Francia aumentó un 0,2 %, una décima menos que el trimestre previo, mientras que Holanda se mantuvo estable con un incremento del 0,5 %. El empleo, sin embargo, creció en la UE un 0,2%, hasta un récord de 159,93 millones de trabajadores.