Tras los saludos de rigor y dos pinceladas que venían al caso, arrancó la ministra con que "la gente no entendería que interviniese sin hacer referencia a lo que ocurrió la semana pasada en el Congreso de los Diputados?". Y sin solución de continuidad se entregó a explicar la inequívoca y honesta apuesta de los socialistas por la estabilidad y gobernabilidad del país, dijo, y cómo la malévola oposición se empeña en mirarse solo el ombligo y sus intereses personales, impidiendo con su contumacia lo que todos los españoles anhelan. Con esa rotundidad y ese desparpajo andaluz tan suyos, María Jesús Montero bordó la versión oficial sobre lo acontecido en la fracasada sesión de investidura. Seguro que la mayoría de los asistentes entendieron a la perfección lo que quería decir, pero lo que nadie entendió es que se pudiese utilizar la presentación de un anuario económico para soltar el relato preparatorio de elecciones, que de eso iba la cosa. Yolanda Díaz, la diputada de Galicia en Común que Pablo Iglesias quería como ministra, en la primera fila, y Feijóo, en el escenario sentado al lado de ministra, atendían hieráticos al relato. Tan solo pestañeaban, y lo hacían tan al unísono que hubo quien creyó ver guiños de complicidad.