Desde que el pasado 23 de mayo de mayo, Carlos Crespo (A Coruña, 1971) fue propuesto como consejero delegado de Inditex, su nombre comenzó a pronunciarse en los 73 idiomas en los que se comunican los 174.386 empleados de la multinacional. Carlos Crespo González es un amante de la música, teclista del grupo Prime Ministers junto con otros compañeros de la multinacional, una banda de rock conocida por sus conciertos solidarios. Es aficionado al fútbol, al pádel, ciclista y corredor.

A este hombre familiar, casado y padre de mellizos, le preocupa ahora también la trascendencia que entraña convertirse en una figura pública. Hables con quien hables siempre afloran dos rasgos comunes: es trabajador y discreto. Pero si hurgas dentro de la firma asoma la sensación de que, además del esfuerzo y la mesura, este canterano de la factoría Inditex tiene talento.

Tenía cuatro años cuando Zara abrió su primera tienda. Su niñez y su adolescencia transcurren en paralelo al milagro empresarial forjado por Amancio Ortega. Un analista como él, con querencia por las matemáticas y la economía, no necesita viajar a los grandes emporios. Por eso, cuando Inditex le llama en 2001, todavía con José María Castellano al frente, contrae su segundo matrimonio, esta vez en el ámbito profesional. Desde entonces protagoniza una carrera metódica, como un runner que progresa desde el departamento de Administración Financiera, la dirección de la Gestión Administrativa de Existencias en los centros logísticos, la Auditoría Interna y la dirección general de Operaciones, posición que ocupaba hasta que los accionistas aprobaron ayer su nombramiento como consejero delegado. Ahora será el responsable de definir junto con Pablo Isla su estrategia global.