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Cambio en el BCE

La llegada de Lagarde al BCE, ¿una buena noticia para España?

Los expertos prevén que mantenga tipos de interés bajos y las medidas de expansión de Draghi, vitales para reactivar el crecimiento

Christine Lagarde ha dirigido el FMI desde 2011.

El nombramiento de Christine Lagarde como próxima presidenta del Banco Central Europeo en sustitución de Mario Draghi es percibido como un movimiento continuista en la dirección del organismo que rige la política monetaria de los 28, algo que, en principio, asegura tranquilidad a la economía española, que se ha beneficiado de los bajos tipos de interés y las medidas de expansión cuantitativa que el banquero italiano ha aplicado en los ocho años de su mandato.

"Haré lo que haya que hacer y, créanme, será necesario", dijo Draghi en 2012, poco después de llegar al cargo. Resumía así la filosofía de acción que iba a adoptar para salvar el euro. En un contexto de elevadas primas de riesgo en todo el continente, sobre todo en España e Italia, Draghi recetó medidas de expansión cuantitativa que incluyeron una compra masiva de deuda pública que permitió abaratar la financiación de los Estados, estabilizar los precios y garantizar un escenario de crecimiento en un momento en que el fantasma de la recesión de 2008 todavía era una amenaza consistente.

Esta medida, unida al mantenimiento de unos tipos bajos de interés, coadyuvó a que las economías europeas salieran a flote. Y no parece que vayan a cambiar cuando en noviembre la que fuera ministra de Finanzas de Francia bajo la presidencia de Sarkozy y directora gerente del FMI desde 2011 tome el relevo de Draghi al frente del poderoso BCE, una pieza fundamental dentro del entramado comunitario y que Alemania, sin éxito, ha pugnado por conseguir hasta el último instante de las extenuantes negociaciones en Bruselas.

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"Es una persona pragmática, no dogmática, y no creo que tengo ganas de meterse en muchos líos", explica el economista Julio Rodríguez, ex presidente del Banco Hipotecario de España y miembro del colectivo Economistas Frente a la Crisis, sobre Lagarde, cuyo mandato comenzará en noviembre. "Va a llevar una línea muy continuista. Su objetivo será mantener la estabilidad. Es previsible que se mantengan los programas de expansión y que la subida de los tipos de interés, que se esperaba para el año que viene, se retrase hasta 2021", indica Juan Luis Santos, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo de Madrid.

Durante la etapa de Lagarde al frente del FMI, fueron persistentes los toques de atención del organismo a España para reformar el sistema de pensiones y prolongar la edad de jubilación. Aunque esta materia no entrará en sus nuevas atribuciones, Rodríguez cree de manera diáfana que la ejecutiva francesa "no simpatizará con un intento de deshacer la reforma laboral de 2012", muy criticada por los sindicatos por considerar que favorece la temporalidad y defendida por patronal y otros actores económicos por entender que reactivó el crecimiento.

Lo que sí está en duda es la capacidad - o el deseo - de Lagarde de permanecer aislada de las presiones del eje franco-alemán. Así como Draghi supo esquivar con astucia cualquier mensaje de la Comisión Europea - en Berlín nunca gustaron muchas de sus decisiones y se le tachó de laxo -, es muy probable que Lagarde sea "más permeable" a esas presiones, subraya el miembro de Economistas Frente a la Crisis. "No es una banquera central típica, estará bastante a lo que diga su 'staff'", añade.

Sede del Banco Central Europeo en Frankfurt. Shutterstock

Ahí serán también claves la influencia que puedan poner sobre la mesa el vicepresidente, Luis de Guindos, y el nuevo economista jefe del Banco, el irlandés Philip Lane, sobre el que girará la necesidad de medidas que gocen de un consenso entre los 28, un grupo donde a las tradicionales diferencias de criterios entre las economías del norte y las del Mediterráneo se une la férrea posición de los países del bloque de Visegrado (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría). En cualquier caso, ambos expertos creen que para España la opción de Lagarde presenta muchas más ventajas que la que se presumía con más opciones, el alemán Jens Weidmann, partidario de una ortodoxia más dura con los países del Sur. "Probablemente, subiría los tipos de interés. En caso de que se produjera una crisis, a corto plazo hubiera sido peor”, dice el profesor de la CEU San Pablo.

Ambos analistas coinciden en destacar que Lagarde tendrá que seguir lidiando con el panorama de desaceleración que presentan las principales economías del continente. "Si Trump profundiza en la crisis con China e Irán es probable que esa ralentización vaya a más", dice Julio Rodríguez. Por su parte, Juan Luis Santos considera que, aunque "no existen condicionantes que digan que la desaceleración en España vaya a ser peor de lo que es ahora", será necesario que la caída en la industria no se extienda a los servicios y, sobre todo, que se reconduzca la guerra comercial entre Washington y Pekín. Un contexto que justifica, en opinión de ambos expertos, que la línea continuista de Lagarde gane adeptos.

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