España es uno de los pocos países que no ven rebajadas sus perspectivas económicas para este año y el próximo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que también es algo más optimista que la Comisión Europea sobre el déficit público español, en línea con las expectativas del Gobierno. En su informe semestral de Perspectivas publicado ayer, el organismo que agrupa a las 36 economías más potentes del mundo calcula que la economía española crecerá este año un 2,2% y un 1,9% en 2020, las mismas cifras que había dado en noviembre y que coinciden con las del Ejecutivo.

Tanto la Comisión Europea como el Fondo Monetario Internacional (FMI) corrigieron ligeramente a la baja en las últimas semanas sus proyecciones sobre España para 2019, y estimaban que su PIB subiría un 2,1% este ejercicio, así como un 1,9% en 2020. La OCDE no considera necesaria esa rectificación porque, aunque constata que la ralentización económica global afecta a España, ve varios elementos que le distinguen del conjunto de la zona euro, donde el golpe sí será mucho más duro (1,2% en 2019 y 1,4% en 2020).

El principal es una demanda interna sólida, que se sustenta en la fuerte creación de empleo (el paro debería bajar del 15,3% de media en 2018 al 13,8% en 2019 y al 12,7% en 2020), así como en una serie de medidas que han favorecido el consumo: las subidas de sueldos en el sector público, de las pensiones y del salario mínimo. Para la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, aunque el incremento del salario mínimo haya sido fuerte, partía de un nivel bajo y ahora está en la media de los países de la organización, de forma que más que ser un freno para la actividad contribuye a "un crecimiento más inclusivo".