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La presión fiscal al sector energético

El alza de la luz lleva la recaudación de los tributos ambientales en Galicia a un récord

El impuesto a la producción eléctrica elevó un 11% su aportación en 2018 pese a su suspensión en octubre

Tendidos de alta tensión para el transporte de electricidad. // REE

El calor influye tanto en el consumo como en la producción de electricidad. Y no precisamente para bien. Justo cuando la demanda se tensiona por el tirón de los aires acondicionados para aliviar las altas temperaturas, las fuentes energéticas más baratas suelen escasear. El buen tiempo no tiene ni agua ni viento y, por tanto, las centrales hidroeléctricas y la eólica reducen su generación. Sucedió en septiembre del pasado año. La alternativa vino de las térmicas y los ciclos combinados de gas en un momento de escalada en los precios del carbón y de los derechos de dióxido de carbón que pagan las empresas por exceder las emisiones de gases de efecto invernadero que tienen asignadas. ¿Resultado? La cotización del megavatio (MW) se disparó hasta rozar los 80 euros en el mercado mayorista y agravó el encarecimiento que venía mostrando ya durante el ejercicio. El Gobierno apostó por una moratoria de seis meses en el impuesto a la generación eléctrica para contener el coste de la luz. Se frenó. Pero, aún así y pese a su suspensión temporal, el tributo llevó a máximos la recaudación fiscal medioambiental en 2018, con casi 53 millones de euros en Galicia.

Los ingresos por los impuestos medioambientales en el conjunto del país alcanzaron los 1.806 millones de euros el año pasado, un 3,6% más que en 2017, según el balance que acaba de publicar la Agencia Tributaria. El incremento en Galicia fue muy superior, del 11,3%, pasando de 47,4 a 52,8 millones de euros, su máximo desde que el Ejecutivo liderado por Mariano Rajoy elevó la presión fiscal a las empresas del sector para impulsar los recursos públicos. La principal tasa es la de generación: pagan un 7% de lo que cobran por la electricidad producida y vertida al sistema. "Hay que recordar que la evolución de estos ingresos es irregular al depender del precio de la producción de la electricidad en los mercados mayoristas y eso ha supuesto en algunos años fuertes caídas y posteriores recuperaciones", explica el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda en su memoria de 2018. El ejemplo de 2016 es muy claro: con "un excepcional" descenso de los precios, la recaudación en Galicia se situó en 40,2 millones de euros.

Hay que tener en cuenta, además, que la comunidad venía de un ejercicio anterior muy plano en generación eléctrica por causa de la sequía. La producción neta en 2017 alcanzó los 26.201.090 MWh, según recogen las estadísticas de Red Eléctrica de España (REE), lo que supuso un desplome del 13,5% respecto a 2016. En 2018, en cambio, se superaron los 31.300.000 MWh, un 19,5% más, gracias a la recuperación de las renovables. A más agua y viento, menos fuentes fósiles que el año anterior. De ahí que otro importante impuesto, el que grava el consumo de carbón, redujo su aportación en Galicia a la caja del fisco cerca de un 53%, hasta los 37,3 millones de euros. En 2017, coincidiendo con ese largo periodo de sequía, rozó los 79 millones de euros.

Además de los ingresos por sanciones e intereses de demora -49,9 millones, un 33,4% menos que en el máximo histórico marcado en 2017 (74,9 millones)-, la Agencia Tributaria sumó por delitos unos 2,8 millones de euros. Es un 33,4% por debajo del ejercicio precedente. Desde 2011 se nota el refuerzo de la administración en la persecución de fraude. Ese año por primera vez se superó el millón de euros en recaudación por este concepto. Desde entonces van un total de 22,3 millones.

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