Entre abril y el 7 de junio, cuando el banco fue intervenido y vendido a Santander, perdió casi 16.000 millones de euros en depósitos, lo que precipitó el fin de la entidad. Solo en las 48 horas previas a su liquidación -contando con las salidas comprometidas- los clientes retiraron fondos por un importe equivalente a casi 100 millones de euros cada hora. En suma, Banco Popular perdió solo esos días de junio más de 5.200 millones.