No es fácil distinguir qué fue antes. Si el arranque de la crisis o el estallido de la burbuja inmobiliaria. Si lo primero provocó lo segundo o al revés. Pero lo cierto es que no se puede explicar lo uno sin lo otro, como tampoco es posible entender la evidente recuperación del ladrillo al calor del nuevo ciclo económico. La construcción en Galicia entró en números rojos en 2009 y no salió de ellos hasta finales de 2014, cuando acabó la segunda recesión. La aportación del sector al Producto Interior Bruto (PIB) regional retrocedió más del 52% en todo ese tiempo, prácticamente lo mismo que cayó el empleo. Desde entonces, la actividad suma una subida del 20,5% y los dos últimos años crece a un ritmo del 6%. Suena a mucho, pero hay que tener en cuenta los bajísimos niveles de los que venía y el retraso en notarse la reactivación. "Aquí en Galicia las crisis tardan un poco más en llegar y también tardó la recuperación", apunta Javier Carballeda, gerente de la Asociación de Constructores de Pontevedra (ACP), que confirma que 2018 fue un buen ejercicio para la construcción. El número de viviendas nuevas rozó las 2.200, según acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE), algo que no sucedía desde 2011, tras dispararse un 58,4% en comparación con 2017.

Con este van tres años al alza en la edificación en Galicia. Primero muy tímidamente y ahora con un estirón propio del periodo de bonanza, aunque sin llegar a aquellos niveles de vértigo. "Ni volverán, desde luego", opina Carballeda. El récord de nueva vivienda en la comunidad se registró en 2007, cuando se levantaron 45.614. Hubo un punto de inflexión clarísimo y ya el ejercicio siguiente se construyó la mitad: 23.163. De ahí a una caída sin tregua hasta el mínimo de 1.149 en 2015.

A las 2.199 viviendas nuevas del pasado ejercicio hay que sumar las 437 que se crearon tras su rehabilitación, una pata del sector que tanto promotores como administraciones consideran fundamental para consolidar la resurrección sostenida del ladrillo y que acumula en los últimos cuatro años un ascenso del 48%.

La variación neta del parque de viviendas en Galicia, tras restar las demoliciones (253) a las nuevas y las rehabilitadas, ascendió a 2.383 en 2018, lo que supone una subida del 50%. La evolución de las licencias de obra apunta a que la tendencia se mantendrá. Entre enero y octubre se concedieron en Galicia permisos para 1.821 viviendas, un 61% más, según el Ministerio de Fomento.

"Empiezan a verse promociones de más de cien viviendas, como está ocurriendo con varios proyectos en Vigo y Pontevedra, algo impensable hasta hace poco", afirma el gerente de la ACP, que considera fundamental la apertura del grifo del crédito en el sector tras "el cierre de forma brutal" durante la crisis, la propia recuperación de la economía y la rentabilidad de "un 4% o un 5%" del alquiler como activo refugio frente a la ausencia de remuneración del ahorro bancario. "Cuando vaya adelante la ordenación provisional urbanística de Vigo -añade- habrá otro despegue".

El tirón de Vigo tiene, precisamente, mucho que ver en el otro gran indicador del sector a corto plazo. En los ayuntamientos de más de 50.000 habitantes de la provincia de Pontevedra -la ciudad olívica y la capital- se registraron 74 operaciones de venta de suelo el pasado año, un 105% por encima de 2017 y más del doble de lo que suman el resto de localidades de ese tamaño en el resto de Galicia (32). En total, en el conjunto de la comunidad, fueron 572 transacciones de parcelas, el mejor dato desde 2010 y el segundo mayor incremento anual, solo tras Canarias (25%).