Al mismo nivel que otros cambios tan transcendentales como el nuevo accionariado, la entrada de Francisco Reynés en la presidencia e, incluso, el histórico giro en el nombre de la compañía, Naturgy sitúa la solicitud de cierre de sus tres centrales de carbón entre los "hitos relevantes" de un 2018 "de relanzamiento". Lo comunicó formalmente al Ministerio para la Transición Ecológica en diciembre, aunque el anuncio oficial se retrasó hasta el pasado 16 de enero. No fue una sorpresa. Meses antes ya, cuando tomó las riendas de la compañía, el propio Reynés advirtió que Meirama y sus otras térmicas de Asturias y Castilla y León tendrían los días contados si la inversión para reducir las emisiones y adaptarse a la directiva europea de instalaciones industriales no se podía recuperar. Y esa es la razón, insistió de nuevo ayer el primer ejecutivo de la multinacional energética. Los cada vez mayores precios del carbón y de los derechos para emitir dióxido de carbono (CO2) hacen a la plantas "inviables", subrayó, frente a la teoría de la Xunta de que Meirama es rentable y que Naturgy debería seguir el ejemplo de Endesa en As Pontes y prolongar su vida útil más allá de 2020. "Más triste que tener una fábrica parada es que esté en marcha perdiendo dinero", zanjó Reynés, durante la rueda de prensa en Madrid previa a la junta general de accionistas de este año.

Queda por cerrar el calendario del desmantelamiento de las plantas. Más que de las fechas que pueda barajar Naturgy, el proceso "dependerá de los permisos de las autoridades ", señaló Reynés, que por primera vez dio por hecho que una parte de los trabajadores afectados, 77 en Galicia, saldrán del grupo con "jubilaciones naturales" y el resto serán recolocados en otras áreas de negocio.

El máximo responsable de Naturgy reduce a "una discrepancia sobre el futuro de Meirama" el evidente y duro enfrentamiento con la Xunta desde la confirmación del cierre. Tanto el conselleiro de Economía, Emprego e Industria, Francisco Conde, como el mismísimo presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, cargaron contra la decisión, acusando a la multinacional de "incumplir una vez más" sus compromisos con Galicia. Un cara a cara inédito entre las dos partes, acostumbradas siempre a alabarse públicamente. Quizás por eso Reynés apeló a los orígenes. "Somos la compañía energética más vinculada a Galicia, la que más dinero invierte -dijo-. Queremos ser considerados también una empresa gallega. Mundial, española y gallega".

Con el Ejecutivo autonómico, según confirman fuentes de la compañía, se ha empezado a abordar el plan de reindustrialización para darle una segunda vida al emplazamiento de la térmica de Meirama. De momento no hay ningún proyecto en concreto para relevar a la central. Sí está sobre la mesa la posible construcción de un centro avanzado de gas renovable a partir de residuos ganaderos y de otras actividades, como la pesca, la conserva o la industria láctea, con capacidad para producir cuatro millones de metros cúbicos al año. Naturgy estudia su viabilidad. De eso "y de los permisos", subraya Reynés, dependerá que vaya adelante, con el compromiso del presidente del grupo de analizarlo "con todo el cariño del mundo".

A la obtención de las autorizaciones vincula también la puesta en marcha de un macroparque eólico en la zona con una inversión de 80 millones de euros y una potencia de 65 megavatios (MW). Es uno de los complejos de aerogeneradores previstos dentro de la cartera eólica de Naturgy en Galicia, que fue la principal ganadora del fallido concurso de la Xunta en 2010 y una de las grandes adjudicatarias de los concursos de potencia verde del Gobierno central. Su intención es desarrollar la totalidad de los 233 MW nominados para parques en la región, lo que supondría un desembolso de 200 millones de euros, de un total de 800 en proyectos renovables, de gas y mantenimiento de redes contemplados en su nuevo plan estratégico hasta 2022.

En total, Naturgy contempla una inversión durante este 2019 de 2.000 millones, de los que el 70% se destinará a España y muy especialmente a generación renovable. "Cada vez somos una empresa más eléctrica", aseguró Reynés. Sin descuidar, eso sí, el área de gas, donde no se prevé ninguna desinversión. El presidente de la compañía se negó a valorar la situación política ni cómo un cambio de Gobierno el próximo 28 de abril puede impactar en la actual estrategia para la transición energética y la ambiciosa apuesta de España por la electrificación con tecnologías sostenibles. Pero sí alabó el Plan Nacional de Energía y Clima presentado hace unos días por la ministra Teresa Ribera y en el que se contempla, además del fin del carbón, el apagón progresivo de las nucleares hasta 2035.

"Tenemos como mínimo una brújula para orientar por dónde pueden ir las cosas", apuntó. Reynés recordó que la lucha contra el cambio climático y la transición energética no es cuestión solo "de lo que quiera un Gobierno" y sí "de lo que hagan los actores de los países del entorno". "Todavía no he escuchado a alguien que no quiera la descarbonización, la preocupación por el medio ambiente y las renovables", afirmó.