Bastó con los votos emitidos por dos personas para dar al traste con una reforma estatutaria que se gestó con la idea de abrir el camino de la "renovación" en la mayor organización empresarial de Galicia, sin presidente desde hace más de un año tras la dimisión de Antón Arias. La propuesta necesitaba un 75% de sufragios favorables para prosperar, pero se quedó en el 56%. Ni siquiera hicieron falta votos en contra; el resultado fue de 86 positivos y 68 abstenciones. Un dato: los máximos dirigentes de las confederaciones de A Coruña y Lugo, Antonio Fontenla y Jaime López, respectivamente, depositaron 61 papeletas. Es una jugada que no habrían podido ejecutar de haber estado en vigor el documento que hoy se sometió al criterio de la asamblea general, ya que limitaba a dos el máximo de delegaciones permitidas. Los vocales votaron en secreto -a petición del lucense-, pero el lamento de los críticos fue bien notorio. "No están dispuestos al cambio, a la pérdida del control, y nosotros aquí no pintamos nada".

Las organizaciones de Pontevedra, Ourense y sectoriales anunciaron que se replantearán, en mayor o menor medida, su participación futura en la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG). "No queremos hombres feudales del siglo XVIII, queremos empresarios del siglo XXI de una Galicia moderna", enfatizó el presidente de Cegasal, José Antonio Vázquez, que ayer tuvo que asistir a la junta en calidad de oyente; perdió la vocalía que tenía cuando fue cesado como vicepresidente de la patronal coruñesa, precisamente por desavenencias con Fontenla. Para el grueso de las sectoriales es Pontevedra quien debe marcar el camino de los críticos -y del cambio-, de mano de su presidente, Jorge Cebreiros. Ourense no elige al sucesor de José Manuel Pérez Canal hasta el 6 de junio, y Cebreiros sí fue capaz de aunar en una misma lista a todas las facciones que configuran la patronal pontevedresa. En las sectoriales quieren, por ejemplo, que asuma la portavocía interina de la CEG, cargo que hoy ostenta Fontenla, y según él con desgana. "No tengo ningunas ganas de seguir en este puesto en estas circunstancias", aseveró.

Ourense ya anunció que "se replanteará su relación de futuro con la CEG" porque "carece de sentido mantener el statu quo actual en una organización en la que la mayoría de sus miembros pretenden seguir detentando una capacidad de decisión que en realidad solo sirve para que la CEG sea un ente inoperativo. Y ese juego ni merece la pena, por inútil, ni se lo merecen los empresarios", arremetió el vicepresidente de esta patronal, José Manuel Díaz. Cebreiros compartió, por su parte, que Pontevedra "se replanteará soluciones y propuestas". Él mismo había presidido la comisión de reforma estatutaria, que había terminado sus trabajos el pasado noviembre. "A algunos les molesta la democracia", censuró el expresidente Antonio Dieter Moure, quien admitió que será "muy difícil" un cambio en la CEG con la actual estructura y reparto de poder.

Sobre el resultado de la asamblea de ayer subyacen, a juicio de distintas fuentes consultadas, tres motivos. En primera instancia, la negativa de las patronales de A Coruña y Lugo al coto en las delegaciones de voto (los estatutos actuales no ponen ningún límite). También al hecho de que la frustrada propuesta concediese una vicepresidencia a las organizaciones sectoriales. "Si me dicen que detrás de esa abstención es que no quieren que estén las sectoriales, este no es mi modelo de confederación", condenó Cebreiros al término de la asamblea. En tercera instancia entrarían, según las mismas fuentes, el reparto de los fondos que ingresa la CEG de la Xunta (en base a la ley de participación institucional, de unos 600.000 euros anuales) y de su participación en órganos como el Consello Económico y Social. La actual dirección de la patronal ha propuesto que las cuatro provinciales se dividiesen esos ingresos, iniciativa que fue tildada de "expolio" por las sectoriales.