Los intereses de Abanca por Liberbank vienen de lejos. Hace dos años, en 2017, Abanca, el banco gallego del grupo Banesco, que preside el banquero astur-venezolano Juan Carlos Escotet, acabó por desistir de plantear una eventual fusión con Liberbank pese a haber explorado dicha posibilidad durante algún tiempo. Medios conocedores vinculados a Abanca aseguraron entonces que esta entidad nunca se planteó en 2017 lanzar una oferta pública de adquisición de acciones (OPA) sobre Liberbank, aunque "sí hubo conversaciones en su momento" para sopesar una posible integración de ambos bancos mediante una fusión o compra amistosa. Tras esta exploración los contactos cesaron. La acción de Liberbank llegó a motivarse por el anuncio, llegando a remontar en algunos momentos casi el 8% al calor de los rumores de posibles operaciones corporativas.

Medios nacionales llegaron a publicar hace dos años que, tras conocer el interés de Abanca, el banco malagueño Unicaja se habría puesto en contacto con Liberbank para plantearle conversaciones si la entidad de origen asturiano estaba dispuesta a recibir propuestas. Unicaja, que se estrenó en Bolsa en junio de 2017, es el banco resultante de la integración de las antiguas cajas de ahorros Unicaja, de Málaga, y Caja Jaén, más la anexión del banco CEISS, formado por la fusión de las castellano-leonesas Caja España y Caja Duero. Y es uno de los pocos grupos supervivientes -junto con Liberbank, Ibercaja, Caixa Bank y Kutxabank- de la masiva desaparición de cajas de ahorros desde 2009.

Precisamente a finales del pasado año Unicaja y Liberbank confirmaron conversaciones para una posible integración bancaria, aunque aseguraron que se encontraban en fases muy iniciales. Tampoco era la primera vez que sonaban esos tambores. En el momento más activo de las fusiones bancarias ya se habló de Unicaja como posible pareja de Liberbank, lo que nunca se consumó ni se concretó.

Liberbank llevó a cabo en 2017 una macroampliación de capital por el 60% para captar 500 millones y la reactivación de planes para la venta de activos improductivos por 800 millones, junto con otras medidas para la mejora de la rentabilidad. Medidas todas que fueron interpretados como la materialización de una voluntad de seguir en solitario.

Los acercamientos a Liberbank por varias entidades para analizar una posible anexión se produjeron tras el fortísimo castigo sufrido por el banco en Bolsa en junio de ese mismo año, a resultas de la crisis e intervención del Banco Popular, lo que obligó a la CNMV a prohibir las apuestas especulativas a la baja contra Liberbank. Este veto fue prorrogado dos veces, hasta el 30 de noviembre.