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Alemania bordea la recesión

Solo España se libra del retroceso de los mayores países de la UE y la Eurozona, que se debilitan a niveles de 2013

La canciller Angela Merkel. // Efe

Alemania se estancó y bordeó la recesión en el pasado trimestre; Italia incurrió en ella de modo flagrante; Francia prolongó su atonía con un desfallecimiento en tasa interanual y Reino Unido sufrió un fuerte retroceso en los tres últimos meses de 2018. Entre las grandes economías europeas, sólo España se libra por ahora del enfriamiento generalizado de la economía comunitaria, con un repunte de una décima en el último trimestre, hasta el 0,7% intertrimestral, y que le permitió mantener estable el crecimiento interanual en un apreciable 2,4%, el más intenso entre los grandes países y el décimo mayor de los 28 estados de la Unión Europea.

La resistencia española y de otros países de menor peso sólo compensó parcialmente los datos preocupantes de Alemania, la "locomotora" del área, y de Italia, tercera economía del euro. La UE cedió una décima y la Eurozona se mantuvo estable respecto al tercer trimestre pero con crecimientos livianos, de apenas el 0,2%, menos de un tercio que España. Los mayores descensos se produjeron en tasa interanual, con caídas de cuatro décimas en el área euro (pasó de avanzar al 1,6% en el tercer trimestre a hacerlo al 1,2% en el cuarto) y en la UE (cayó del 1,8% al 1,4%), con lo que ambas zonas avanzan a una velocidad entre 1,2 y un punto porcentuales por debajo de la tasa de progresión española, según los datos que dio a conocer ayer la oficina estadística europea (Eurostat), y a tasas cuya debilidad no se había visto desde comienzo de la salida de la crisis, a fines de 2013 y comienzos de 2014.

Una vez descontada por esperada la recesión italiana (dos trimestres consecutivos de decrecimiento), con retroceso de la economía trasalpina del 0,1% en el penúltimo trimestre y que se profundizó hasta el 0,2% en el último, las alarmas se encendieron ayer en Alemania, con la difusión de los datos oficiales de crecimiento por la Oficina Federal Estadística (Destais), que confirmó el estancamiento en los tres últimos meses (0%) tras la caída del 0,2% entre julio y septiembre.

Alemania, una economía fundamentalmente exportadora, se ve muy penalizada por las refriegas arancelarias y el ascenso de los mecanismos proteccionistas, la desaceleración de China (en parte, por ese mismo motivo, aunque también influyen su endeudamiento interno y su transición hacia un nuevo modelo de crecimiento), los contratiempos sufridos por la poderosa industria automotriz germana para su adaptación a las nuevas exigencias de certificación y, según las autoridades, también por la sequía extrema, que dificultó el tráfico fluvial de producciones industriales y mercancías. Pese a ello, resistió la demanda interna, tanto por la inversión como por el consumo, en este caso en parte gracias a la elevación de los salarios.

Las previsiones del Gobierno alemán para 2019 no son catastróficas pero prolongan la anemia: a fines del mes pasado Berlín revisó a la baja el crecimiento del país para este año en ocho décimas respecto a su anterior pronóstico, con lo que situó la tasa esperada de progreso de su Producto Interior Bruto (PIB) en el 1%, lo que, de confirmarse, sería el pulso más débil desde 2013.

El número de personas empleadas aumentó el 0,3% en la zona del euro y el 0,2% en la UE-28 en el cuarto trimestre de 2018 en comparación con el trimestre anterior, según Eurostat. Los datos de la OCDE, conocidos anteayer, mantienen a España como el segundo país del mundo avanzado con más desempleo, solo inferior a Grecia.

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