El sector eólico en Galicia tiene una sensación muy parecida a la vivida en los años 90 cuando la comunidad fue pionera en España en el desarrollo del negocio del viento como fuente de energía renovable. Claro está que ahora nada es tan nuevo como entonces. La tecnología, con cada vez molinos más potentes y también más baratos, evolucionó mucho y las condiciones de mercado son muy diferentes, pero la experiencia acumulada permite afrontar el resurgir de la actividad con muchos menos riesgos. Ahí está la clave del buen sabor de boca. En que todo, como confirman los promotores, "vuelve a moverse" desde que las macrosubastas de potencia verdes impulsadas por el Gobierno central mitigaron los efectos del encallamiento del sector en la región tras los dos fallidos concursos de la Xunta del bipartito y la del PP y el golpe por el fin de las primas de la reforma energética. En Galicia se levantarán, según cálculos de la Xunta, unos 600 megavatios (MW) al amparo del reparto del antiguo Ministerio de Energía, hoy para la Transición Ecológica. Pero en cartera hay un stock de proyectos que supera con creces los 1.000 MW y hasta 8.000 MW sin construir con solicitudes de conexión a la red, como adelantó FARO. Las empresas estiman que de aquí a 2030 se llevarán adelante unos 4.500 con una inversión de 5.000 millones de euros.

"Son cálculos realistas", explica Manel Pazo, presidente de la Asociación Eólica de Galicia (EGA), realizados a partir de la información que manejan las compañías y esas peticiones de acceso a la red eléctrica acumuladas. Con 3.400 MW ahora mismo en funcionamiento en 162 parques -el 14,5% de la potencia operativa española-, la previsión es que al cierre del ejercicio se ronden los 4.000. Se igualaría, de cumplirse, el récord histórico de implantación de nueva potencia eólica en un año, asegura Pazo, que apunta como reto mantener un ritmo medio de entre 400 y 600 MW durante la próxima década. La cifra de este año tiene que cumplirse porque los parques autorizados bajo la subasta del Ejecutivo tienen sí o sí que encenderse antes de que acabe 2018 o perderán los avales depositados en garantía.

A favor de Galicia juega la eficiencia de la eólica. Es un territorio especialmente productivo por las localizaciones que hay donde la media de los molinos puede superar la barrera de las 3.000 horas anuales necesarias para la rentabilidad de las inversiones y cumplir las condiciones impuestas en la adjudicación de la potencia renovable. "Las máquinas han mejorado en eficiencia y precio, por lo que zonas en las que hasta hace poco no eran válidas para alcanzar esa cota de las 3.000 horas, en este momento sí lo son", explica el máximo responsable de EGA. En los últimos cinco años, los molinos gallegos funcionaron de media unas 2.420 horas por ejercicio, un 12% más que las 2.160 horas anuales del total nacional.

Tanto eso como el reparto de las solicitudes de conexión de nuevos parques al operador de la red, Red Eléctrica de España (REE), vaticinan la intensidad del nuevo boom eólico. En Galicia están casi dos de cada diez permisos. "Es la tecnología, junto con la biomasa, que más puede crecer en la comunidad", apuntan en EGA, frente al auge de la fotovoltaica previsto para el resto del país. Si efectivamente van adelante los 4.500 MW nuevos, Galicia duplicaría de largo la potencia en funcionamiento y reforzaría aún más el carácter verde de la generación eléctrica en Galicia. Con la inversión vendrían unos 8.000 empleos, hasta alcanzar un total en el sector de 12.000.

Como patronal del sector, EGA ha fijado un posicionamiento entre todas las empresas para pedir "un marco regulatorio estable, con consenso político y que perdure", lo que permitiría, entre otras cosas, asegurar, dicen, la confianza de los inversores y la banca para financiar los proyectos. Es también un mensaje directo a las administraciones para evitar "prisas de última hora" y que no vuelva a ocurrir, como pasó en Galicia, que haya que reformar la tramitación de los proyectos por una "vía exprés" para no perder el tren de la resurrección del sector.