El Banco Santander cerró 2018 con un beneficio neto de 7.810 millones de euros, el 18 % más, y se ha propuesto mejorar su solvencia y rentabilidad, objetivos que se incluyen en el "ambicioso" plan estratégico que preparan y que detallarán en Londres el próximo abril. Su presidenta, Ana Botín, está muy satisfecha con las cuentas de un año "excelente" , en el que también ha tenido que afrontar marejadas puntuales como el fichaje frustrado de un nuevo consejero delegado, el italiano Andrea Orcel, procedente del banco suizo UBS.

El Santander renunció a contratarlo tras anunciarlo a bombo y platillo en septiembre por el precio "inaceptable" que tendría que pagar por los compromisos adquiridos con UBS. "Consideramos que no era asumible, sobre todo ante las responsabilidades que tenemos con nuestros accionistas, empleados y la sociedad en general", apuntó Botín, que no quiso pronunciarse por una posible demanda.