Adolfo Suárez se mostraba muy optimista durante su visita el 15 de noviembre de 1980 a la futura térmica de Meirama durante la recta final de la fase de pruebas. Poco más de un mes tardó la antigua Fenosa en dejar el fuel para testar la resistencia de las instalaciones y pasar ya al carbón extraído en la mina de los alrededores, con unas reservas estimadas de 85 millones de toneladas. "España no quemará ni un solo gramo de petróleo para obtener energía eléctrica", aseguraba el entonces presidente del Gobierno, que presentó la central como un paso fundamental para reducir a la mitad la importación de crudo del país. Con una potencia de 550 megavatios (MW) y una inversión de 60.000 millones de pesetas de la época, la planta coruñesa reforzaba el papel de superpotencia energética de Galicia, donde funcionaba la mayor térmica del país, la de Endesa en As Pontes, desde 1976. El salto a la descarbonización que defiende e impulsa la UE deja un futuro muy diferente ahora para ambas. A diferencia de As Pontes, era un secreto a voces que Meirama tenía los días contados. Y su propietaria, Naturgy, lo confirma. No llevará a cabo las obras necesarias para adaptar la planta al nuevo límite de emisiones contaminantes fijado por las autoridades comunitarias y echará el cierre antes del 1 de julio de 2020. A cambio, prevé un plan de inversiones cercano a los 80 millones y recolocar a parte de la plantilla, con 77 empleos directos. Algo que no ha gustado nada a la Xunta, que acusa a la compañía de "incumplir una vez más sus compromisos con Galicia".

Esta no fue la primera idea que tuvo Naturgy para su térmica gallega. El anterior plan estratégico del grupo recogía la inversión de unos 100 millones de euros para reducir la cantidades de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas lanzadas a la atmósfera y adaptarse así a la directiva europea de emisiones industriales. Las cosas cambiaron tras la sacudida del accionariado de la compañía con la salida de Repsol y el cambio en la cúpula. "No haremos ninguna inversión que no se pueda recuperar", advirtió el nuevo presidente, Francisco Reynés, el pasado mes de junio cuando se le preguntó por los planes para Meirama.

A ese primera pista le siguió la ausencia de la central ubicada en el concello de Cerceda en el listado de instalaciones que sí habían anunciado al Gobierno su disposición a alargar la vida útil al menos hasta 2030, como publicó FARO el 15 de noviembre. Ese mismo día el secretario de Estado de Energía, José Domínguez, ratificó que Meirama estaba entre las nueve térmicas que efectivamente daban la espalda al llamado plan nacional transitorio.

Pese a las evidencias y que en su nuevo plan estratégico -centrado en renovables, con 200 millones en nuevos parques eólicos para Galicia- no hay ni rastro del proyecto, Naturgy intentó jugar al despiste en todos estos meses, hasta que sus responsables admitieron en una reunión con el comité intercentros el martes y ayer con los representantes de la plantilla de Meirama su decisión de clausurar la planta, junto al resto de sus centrales de carbón, la de Narcea en Asturias y La Robla, en Castilla y León. El fin de actividad se enmarca, según Naturgy, en "un nuevo contexto regulatorio medioambientalmente más exigente" y "en línea con los objetivos de la política regulatoria europea y española para la descarbonización del sistema". Asegura que los "actuales precios de mercado", las tasas medioambientales y el encarecimiento de los derechos de CO2 "han agravado todavía más la viabilidad económica de estas plantas".

Como compensación, algo a lo que le obliga la ley, Naturgy prepara un plan de inversiones de "alrededor" de 80 millones de euros para construir un parque eólico de 65 MW y un centro de gas renovable a partir de residuos ganaderos e industriales de origen orgánico, actualmente en "estudio de viabilidad". De los 77 trabajadores, casi 40 seguirán en la compañía encargándose del desmantelamiento de la central y en otras áreas. Con el resto buscará salidas pactadas, probablemente a través de prejubilaciones. Además, Naturgy asegura que trabajará mano a mano con la Xunta en captar proyectos industriales que puedan asentarse en los terrenos del complejo.

Precisamente para adelantarse a la más que probable tormenta con la Xunta, Naturgy arranca el comunicado oficial del cierre diciendo que la solicitud del permiso de clausura al Gobierno se hizo "previa comunicación" al Ejecutivo autonómico. Valió de poco. "Una vez más incumple sus compromisos con Galicia", arremetió el conselleiro de Economía, Emprego e Industria, que no dudó en comparar la decisión de Naturgy con la de Endesa. La acusación de Francisco Conde de "dar la espalda a Galicia" rompe el habitual buen trato de la Xunta y la primera energética gallega, que fue la principal beneficiada de la posibilidad ideada por la consellería para renunciar a parques eólicos del concurso fallido de 2010.

Conde reparte culpas con el Gobierno central por "liderar una transición energética que solo está creando perjuicios a nuestra economía" y exige a "los dos corresponsables" una "respuesta concreta" con el empleo afectado. La Xunta colaborará con Naturgy en la búsqueda de alternativas industriales, pero le advierte que debe ser ella la que proponga proyectos y espera que Galicia sea "una referencia" en "esa apuesta que está trasladando que tiene" por las renovables.

"Nos quedaba la esperanza, pero sabíamos que esto podía ocurrir", apunta a FARO el presidente del comité de empresa de Meirama. Los trabajadores reclaman toda la inversión que se necesite para mantener el empleo. "Que exista una alternativa y que la Xunta intervenga", insta Bautista Vega, de la CIG, muy preocupado especialmente por el centenar de empleados vinculados a las empresas auxiliares que dependen al 100% de la central.