Que la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP) se convertiría en un ejemplo de estabilidad habría sido más que difícil de prever hace cuatro años, cuando Jorge Cebreiros arrebató a Luis Novoa la presidencia por solo tres votos de diferencia. Pero, y pese a una judicialización del aquel proceso electoral mediante, la "normalidad" en la patronal de Pontevedra es rara avis; la confederación gallega lleva más de un año sin patrón y las acusaciones de purga han salpicado al coruñés Antonio Fontenla, que ha prescindido de uno de sus vicepresidentes (José Antonio Vázquez Freire). En este escenario, la CEP celebrará el 26 de febrero unas elecciones a las que sí optará finalmente su actual líder, como ayer trasladó formalmente a los miembros de la Comisión Permanente. El mismo órgano validó tanto el censo electoral y el calendario.

El cisma interno en la CEG propició, de hecho, una reconciliación entre los afines de Cebreiros y algunas de las sectoriales que llevaron las elecciones de 2015 a los juzgados. El Juzgado de Primera Instancia de Pontevedra determinó, respecto a aquella denuncia, que las elecciones fueron válidas salvo en la elección del vicepresidente de territoriales porque hubo doble emisión de sufragios por parte de un vocal. El proceso fue entonces tan duro que dejó fuera a uno de los principales empresarios de la ciudad, José García Costas, que pretendía concurrir a las urnas en la candidatura de Cebreiros. El presidente de Hijos de J. Barreras era vocal en la CEP por Asime, que había decidido apoyar a Luis Novoa, por lo que fue finalmente excluido del proceso.

A día de hoy las relaciones en el seno de la CEP son "cordiales", y los vocales respaldaron el órdago de Cebreiros de causar baja "temporal" de la confederación gallega con Antón Arias como presidente. El vigués asumió este verano la responsabilidad de presidir la comisión para la reforma de estatutos de la CEG, en base a los cuales se elegirá previsiblemente al nuevo presidente.