Hacía una década que Galicia no acababa un año por encima del millón de afiliados a la Seguridad Social. El pasado diciembre alcanzó los 1.006.107 tras un incremento de 20.659 en comparación con el mismo mes de 2016. El alza, del 2,1%, se queja a una distancia considerable de la subida en la ocupación registrada en el conjunto del Estado (3%); y hay que tener en cuenta, además, que la comunidad no ha dejado de perder cotizantes desde que en julio alcanzó los 1,021 millones. Es habitual que hostelería y, ahora que despierta del profundo sueño tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la construcción tiraran del empleo. Pero en eso hay importantes novedades que podrían adelantar una mayor diversificación entre las locomotoras laborales en la comunidad, un lugar que en 2018 ocupan la educación y la informática. Dos actividades llamadas a ser protagonistas de la transición hacia la nueva economía.
La educación acumula un incremento anual de trabajadores del 10,1% el pasado año, a la espera de los datos de diciembre. Es un sector muy irregular en la ocupación, con caídas muy, muy fuertes en la temporada estival por el fin de los contratos del curso escolar. Aún así, respecto a noviembre de 2017, teniendo en cuenta por tanto el mismo calendario, el número de cotizantes aumenta en 4.591, según los datos del Ministerio de Trabajo recopilados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Más allá de los docentes del sector público, en este grupo se incluye la plantilla de centros concertados y privados y también los formadores, con cada vez más tirón para mejorar las actitudes de los trabajadores en activo y ayudar a los desempleados a encontrar una oportunidad.
La evolución en el caso de las tareas de programación, consultoría y otras actividades relacionadas con la informática es espectacular. La subida supera el 22% -son 1.996 más que un año atrás-, hasta rozar un total de 9.000 ocupados. A diferencia de otros nichos laborales, el comportamiento entre los informáticos es muy estable a lo largo del reciente 2018. Salvo en el mes de agosto, las altas fueron a más durante todo el ejercicio, en línea con las crecientes necesidades de las empresas de incorporar personal formado para introducirse de lleno en las nuevas tecnologías. La elevada demanda está ejerciendo un efecto llamada en los estudiantes, que, como publicó FARO recientemente, están agotando las plazas en los grados universitarios gallegos, con largas listas de espera para poder cursarlos.
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La construcción especializada sigue, en cualquier caso, fuerte en la contratación. Los ocupados en Galicia aumentaron un 3,5%, en 1.600, ligeramente por encima de los casi 1.500 que sumaron las actividades sanitarias (2,5%). La hostelería pisa el freno: el empleo se incrementó un 1,9% (1.278 afiliados); un 3,3% (991) la pujante industria alimentaria; y un notable 9% en los servicios de almacenamiento y actividades anexas al transporte, la logística en definitiva.
La otra cara del mercado laboral gallego viene de la administración pública, que en noviembre tenía 1.151 afiliados menos que hace un año, lo que supone una caída del 2%. Aunque el mayor descenso en proporción a su volumen de cotizantes está en las telecomunicaciones: perdieron 853, el 21%. La agricultura y ganadería sigue, como sucedió ya en 2017, a la baja, con 819 trabajadores menos; y no cesa tampoco la sangría en el comercio minorista, donde la reducción fue de 689. Entre los empleados domésticos, la caída alcanzó el 1,6% (448).
