En una visita a España muy pocos días después de la oleada de incendios que asoló Galicia el pasado año, Edward Rubin, premio Nobel de la Paz y portavoz del Panel Intergubernamental del_Cambio Climático de la ONU ?(el IPCC), admitía que lo sucedido encajaba con las previsiones del organismo. "Es lo que cabe esperar: huracanes más poderosos, inundaciones más graves, incendios más grandes, sequías más prolongadas... -advertía- Fenómenos más intensos y frecuentes". La fatídica noche del 15 de octubre enfrentó al sur de la comunidad con dos realidades muy duras: que el fuego ya no es solo cosa del verano y que puede llegar al centro de las ciudades. Entre el 1 de enero de 2009 y el 31 de diciembre de 2015, en Galicia se contabilizaron 152 episodios meteorológicos adversos que provocaron casi 210.000 incidencias, según el último informe sobre las evidencias del cambio climático en la región elaborado por la Consellería de Medio Ambiente. Las mismas razones que hacen de Galicia una zona especialmente vulnerable pueden ayudar a que el territorio lidere la transición hacia una economía sostenible, con las líneas maestras marcadas por la ley contra el cambio climático del Gobierno.

Galicia tendrá una estrategia propia. Compartirá meta con el borrador de la normativa del Ministerio para la Transición Ecológica que fija 2050 como referencia para la total descarbonización. También para entonces quiere la Xunta que la comunidad esté "libre de gases de efecto invernadero", según avanzó recientemente la anterior conselleira Beatriz Mato, que remarcó la obligación de Galicia de "ejercer un papel activo a nivel nacional".

Las emisiones de la comunidad rozaron las 28 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2) en 2016. La crisis mantuvo a Galicia estos años lejos del récord de 37,3 millones registrado en 2004. Pero cuando se conozcan los datos de 2017 no es probable que haya buenas noticias por el impacto siempre de la recuperación económica en la contaminación y porque la fuerte sequía convirtió al carbón en el rey de la generación de electricidad, el sector del que sale el 40% de las emisiones.

La histórica relación de Galicia con las centrales térmicas -suman una potencia cercana a los 2.000 megavatios (MW)- explica en parte su elevada dependencia de los combustibles fósiles. De toda la energía disponible para consumo final, el 44,2% es productos petrolíferos y un 13% combustibles convencionales de uso térmico. Aunque en demanda eléctrica Galicia sí alcanza cuotas importantes con renovables, en la cesta al completo del gasto energético las fuentes limpias solo cubren el 20,6%.

A mitad de camino

Peor parado sale el transporte. Hay un objetivo nacional para 2020. Que las renovables aporten el 13,6% de las necesidades energéticas del sector. Galicia iba en 2015 por el 7%, según el último balance del Inega.

¿Por qué? Entre otras cosas, porque únicamente el 0,1% del parque de vehículos de Galicia se alimenta con alternativas al gasóleo y la gasolina. Lo que explica también que el transporte sea culpable del 20% de los gases de efecto invernadero en la comunidad y haya disparado sus emisiones un 55% desde 1990.

La futura ley de cambio climático prohíbe la venta de automóviles que no sean 100% eléctricos en 2040 y el veto a la circulación en 2050. Además de un cambio de mentalidad radical en el consumidor de Galicia, el fin de los combustibles fósiles implica la reconversión de uno de los pilares industriales más importantes en la comunidad, el del motor.

El sector facturó el pasado año 8.680 millones y alcanzó los 20.800 trabajadores. Las patronales de fabricantes y concesionarios alertan del duro impacto laboral y económico que la norma del Gobierno puede tener por sus "excesivas" y "aceleradas" medidas. Pero en el caso de Galicia, que concentra el 15,3% de la producción nacional de automóviles, el sector cuenta con la ventaja de tener un fuerte ecosistema de innovación con inversiones anuales por encima de los 100 millones de euros para ayudar a diseñar la movilidad del futuro.

El esqueleto de esa transición es un sistema eléctrico 100% renovable. Y esa es otra ventaja para Galicia, la comunidad con mayor productividad de las tecnologías verdes en España. Cuenta con 7.152 MW de potencia instalada, sobre todo en hidroeléctrica y eólica, que por sí solas, en años de meteorología normal pueden saciar el 86% de la electricidad consumida en la región. La Xunta aspira a incrementar en unos 700 MW los parques de aerogeneradores con los proyectos que barajan los ganadores de las dos grandes subastas de renovables del Gobierno, que contempla repetir las pujas entre 2020 y 2030 a una media de 3.000 MW anuales.

¿Y cuál será el futuro de las térmicas? El Boletín Oficial del Estado publicó ayer las reglas para controlar las grandes centrales de combustión que se acojan al Plan Nacional Transitorio para alargar su vida útil. Endesa confirmó que reducirá las emisiones de As Pontes y así aparece expresamente en el documento, donde Meirama es una de las grandes ausentes, a la espera de que Naturgy decida si la cerrará o no.