El ingeniero francés Ernesto Presser y Dauphin y el comerciante zaragozano de material eléctrico Nicolás Palacios Lahoz consiguieron con el amparo financiero de la antigua casa de banca Sobrinos de J. Pastor el permiso en 1898 para explotar 2.500 litros por segundo del caudal del río Umia y construir allí la hidroeléctrica de Segade. Hoy se consideraría una más, del montón, pero en aquel momento la instalación fue transcendental para llevar el alumbrado público a los concellos de Valga, Caldas de Reis, Vilagarcía de Arousa, Carril, Cambados y Padrón. Hay pocos sectores que han marcado tanto la historia de Galicia. Sin salir de este ejemplo, aquella alianza sellada en la Sociedad General Gallega de Electricidad, fue el germen de la posterior Unión Fenosa y del mayor banco que tuvo la comunidad, el Pastor. Los restos de la central se han reconvertido en la Fábrica de la Luz, un enclave turístico en el que el Concello de Caldas de Reis proyecta ahora una playa fluvial.

Casi al mismo tiempo que la de Segade, a unos 160 kilómetros de distancia, en el ayuntamiento lugués de Outeiro de Rei se encendía el salto de O Piago. Durante más de 30 años surtió de luz a la capital de la provincia. Conserva desde sus inicios, en 1898, una turbina de 96 kilowatios (KW) de potencia y una segunda más moderna de 226 KW integrada en 1929. Y sigue funcionando. Su dueña, Begasa, finalizó a mediados de este año un profundo proceso de restauración y modernización que le permite alargar la vida útil de la central, de la que dependen actualmente 500 hogares.

Segade y O Piago son la cara y la cruz del antiquísimo parque de generación hidráulico de Galicia, donde conviven los vestigios de las centrales pioneras con grandes embalses que conseguido mantenerse en pie prorrogando la concesión. El del Tambre, por ejemplo, se puso en marcha en 1927, y unos cuantos emplazados en la milla de oro del sector en Galicia -a lo largo de los cauces del Miño y el Sil- nacieron entre los años 50 y 60 del siglo pasado.

¿Y cuándo expirarán las concesiones? Es uno de los grandes misterios de la gestión hidráulica en España.

Acorde a los niveles de potencia instalada alrededor del Miño-Sil, casi 3.600 megavatios (MW) -concentra por sí sola el 20% de toda la que hay en funcionamiento en España, unos 17.000 MW-, el volumen de agua usada en la cuenca es "muy relevante", como señala la Confederación Hidrográfica. La media entre los años 2014 y 2017 fue de 47.600 hectómetros cúbicos por ejercicio. De ahí que el uso energético sea la principal afección al medio ambiente en la demarcación.

Los documentos iniciales para el tercer ciclo de planificación hidrológica (2021-2017) que acaba de publicar el organismo recogen "un escenario futuro" para la producción de las centrales "teniendo en cuenta el marco regulador y los planes energéticos existentes". La potencia operativa alcanzaría los 3.727 MW en 2020. Es decir, unos 167 MW más que la disponible en estos momentos. "Los datos son resultado de una estimación basada en el Plan de Energías Renovables (PER) 2011-2020 del antiguo Ministerio de Industria e Energía, no en función de las solicitudes", remarca, a preguntas de FARO, el organismo, que se encarga de casi toda la provincia de Lugo, Ourense y parte de Pontevedra.

El resto pertenece a la demarcación Galicia-Costa, competencia de la Xunta. Aquí la potencia hidroeléctrica en funcionamiento es relevante, aunque mucho menor: 74 centrales que suman 567 MW.

En su memoria para el comienzo del nuevo ciclo de la planificación hidrológica se agarra también al PER, que preveía un aumento de potencia de entre 3.500 y 6.150 MW, para recordar que todas las propuestas relativas a los aprovechamientos energéticos de agua tienen que ser "compatibles" con la propia planificación y "con la preservación de los valores ambientales". "No hay previsiones a corto plazo de incrementos significativos de potencia ni de centrales hidroeléctricas", asegura Augas de Galicia en el documento.

La tibieza de los organismos de ambas cuencas sobre la posibilidad de abrir nuevas presas o repotenciar las que ya están produciendo no encaja con los objetivos fijados por la Consellería de Economía, Emprego e Industria en las Directrices Enerxéticas de Galicia 2018-2020 esbozadas el mes de marzo por el presidente Alberto Núñez Feijóo tras un Consello de la Xunta. El plan incorpora unos 260 MW de nueva potencia hidroeléctrica vinculada a proyectos que estarían ahora todavía en tramitación o pendientes de construir. "No se trata de posibilidades o entelequias. Las previsiones se basan en planes y proyectos concretos que están en alguna fase de desarrollo", comentaron entonces fuentes del departamento que dirige Francisco Conde a FARO:

De ir adelante, sería un auténtico cambio de criterio porque la máxima hasta ahora era no permitir más instalaciones. Los últimos proyectos ejecutados fueron la ampliación de Belesar por Naturgy en 2012 y de Iberdrola en San Pedro en 2017. A las puertas de Galicia, y con el agua del Támega naciendo en Ourense, el grupo liderado por Ignacio Sánchez-Galán levanta en suelo portugués un megacomplejo hidroeléctrico de 1.158 MW con 1.500 millones de inversión.