Tan incuestionable es la cantidad de empleo creado desde el cambio de ciclo de la economía en España a partir de 2014, como que la calidad de la mayoría de los nuevos puestos deja mucho que desear. Todas las administraciones, independientemente del color político, tienen la lucha contra la precariedad laboral a la cabeza de sus prioridades para consolidar la recuperación. Basta con echar un vistazo a los contratos, que en Galicia están en récord histórico, muy por encima incluso de los años más fuertes de la etapa de bonanza previa a la doble recesión. Entre enero y septiembre del actual ejercicio se firmaron más de 905.000, y, pese a un incremento del 22%, los indefinidos iniciales y las conversiones de temporales en fijo representan apenas el 8%. Eso explica que buena parte de los ocupados en la comunidad no esté empleado el año al completo. ¿Cuántos? Uno de cada tres.

Alrededor de 1,2 millones de gallegos estuvieron en alta laboral durante 2016, según la Explotación de la Muestra continua de vidas laborales que acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE). Fueron un 1,1% más que el ejercicio anterior. De ellos, 743.800 (66,1%) cotizaron todo el año. El resto, el 33,9% (381.100), únicamente una parte. Menos de un mes en el caso de 34.875 trabajadores de la región (3,1%); otros 133.875 (11,9%) lo hicieron entre uno y seis meses; y 212.350 (18,9%) pasaron de los seis, pero no llegaron a completar el ejercicio.

"Estos porcentajes varían de forma significativa en función de la edad de la persona afiliada", destaca el informe del IGE, elaborado a partir de los datos suministrados a la Seguridad Social. Y tanto que hay diferencias. Entre la población más joven, los menores de 25 años, los que trabajaron todo el año no alcanzan ni el 20%. En la siguiente franja, de los 25 a los 34 años, casi la mitad (113.075) tampoco logró cotizar el ejercicio entero, al igual que unos 34.000 mayores de 55 años, los más cercanos al retiro y que se enfrentan a reducciones importantes en la cuantía de su pensión si no alcanzan un mínimo de cotización.

En esa delicada situación se encuentran 81.200 gallegos de esa horquilla de edad, más de 55 años, que corren el riesgo de no cobrar el 100% de su último salario cuando abandonen el mercado laboral porque hasta ahora suman menos de 25 años de alta en la Seguridad Social. De media, los trabajadores gallegos cotizan unos 29 años cuando llegan a la edad del retiro.

Las dificultades para encontrar una oportunidad se notan especialmente entre los más jóvenes, donde no para de caer el periodo cotizado acumulado. Los de 25 años, por ejemplo, llevaban en 2012 unos 3,5 años de alta a la espalda, y la reducción hasta 2016 es del 26% (2,6 años). Solo empiezan a recuperarse la cotización en los empleados a partir de los 33 años.

Lo que no para de aumentar es la movilidad entre empresas. Si en 2012 los afiliados de la comunidad se habían movido en una media de 6,3 compañías, en 2016 la cifra sube hasta las 6,8.

La base de cotización rondó en el último año analizado por el IGE los 1.515 euros al mes. Son 16 euros más que en 2015. Aunque la mitad de los trabajadores no pasa de los 1.366 euros. Hay 320 euros de brecha entre los hombres (1.678 euros) y las mujeres (1.358). En línea con estas cantidades van los salarios. El sueldo medio se situó en 17.156 euros brutos al año, poco más de 1.000 euros netos repartidos en 14 pagas. Respecto a 2015, el incremento es de 30 euros mensuales. El importe está evidentemente condicionado por el peso de las retribuciones más altas. De hecho, uno de cada dos empleados gallegos se sitúa por debajo de los 890 euros netos al mes.