A la buena marcha de la actividad puramente financiera, Abanca suma esta vez en sus cuentas un suculento extra por la reciente desinversión en el accionariado de Itínere, concesionaria de la AP-9. La entidad formalizó hace solo unos días con Globalvia la transacción de su 23,8% de las acciones, en plena polémica por la contraoferta de la alianza formada por los fondos Corsair y APG y la incógnita de que hará Sacyr, el otro socio histórico de la principal carretera de pago gallega. La operación valora el 100% de Itínere en algo más de 1.000 millones de euros, por lo que Abanca se habría embolsado unos 310. El importe concreto no se conoce, ni tampoco cuánto, una vez restado lo que gastaron las desaparecidas cajas para comprar en su día la participación, aporta al beneficio del primer banco gallego. Pero el resultado neto de operaciones financieras, donde se incluye el impacto de la venta, crece un 52,6% y roza 294 millones de euros hasta el tercer trimestre. Abanca ganó en este periodo 398,3 millones de euros, un 44,1% más que en 2017.

Los ingresos recurrentes -en los que no se tienen en cuenta aportaciones extraordinarias, que no se van a repetir, como los títulos de la concesionaria- aumentaron un 10%. El volumen de negocio total que maneja Abanca se sitúa cerca de los 70.000 millones, un 5,1% por encima del cierre de septiembre del ejercicio pasado. El crédito en situación normal avanzó un 4,5%, hasta los 28.975 millones de euros. La entidad destaca la evolución de crédito a pymes autónomos, con 800 millones más. En el caso de los préstamos al consumo, el alza fue del 8,3%, con un total de 164 millones. Y un 17,2% (636 millones de euros) en hipotecas para primera vivienda, antes del estallido de la polémica del Tribunal Supremo y su sentencia sobre el traslado del principal impuesto a las entidades financieras.

Solo el 2% de la cartera crediticia está en el negocio promotor, aunque Abanca, al igual que el resto del sector, apuesta por dar aire a una actividad en evidente recuperación de precios y transacciones. En paralelo, el saldo de activos dudosos sigue bajando. Pasa de 1.777 millones de euros hace un año a 1.360 millones, con una tasa de morosidad del 4,5%, algo más de un punto por debajo de la media bancaria. Abanca asegura que es la entidad con menor cartera de préstamos deteriorados y la segunda si se tienen en cuenta los inmuebles y terrenos adjudicados por impago de deudas.

Crece también el volumen de depósitos minoristas. Lo hace un 5,2%, hasta los 32.651 millones. Acumula 6.559 millones de clientes en fondos de inversión, planes de pensiones y seguros de ahorro, una línea de negocio con cada vez más peso en el balance tras aumentar un 12,3%.

Los gastos de explotación se elevaron un 8,8% hasta septiembre por, según la entidad, "el refuerzo de la inversión en digitalización y la mejora de las capacidades comerciales". Sigue existiendo en Abanca "una política de reconocimiento de gastos muy conservadora". Lo que, sin duda, ayuda a colocar el índice de rentabilidad (ROE) -la auténtica obsesión de la banca ante el todavía restrictivo escenario de tipos de interés bajos- entre los más altos del sistema, un 12,6%.

El exceso de capital sobre los mínimos requeridos por el Banco Central Europeo (BCE) dejan al grupo presidido por Juan Carlos Escotet con un colchón de 1.882 millones de euros disponibles para sus tan ansiadas operaciones de crecimiento, a la espera ahora del desenlace de la puja por el negocio en España de la portuguesa Caixa Geral.

Entre los hitos de lo que va de año está la vuelta a las emisiones en el mercado. Abanca colocó 250 millones de euros, de los que el 59% fueron comprados por fondos de inversión. Más de la mitad tienen su sede en el Reino Unido.

La entidad anunció el pago ayer de un dividendo a sus accionistas de 0,027 euros brutos por título (un total de 60,5 millones) con cargo a sus beneficios de 2018.