Unos 4.350 manifestantes, según el recuento de la Policía Local, participaron ayer en la primera gran movilización para parar el cierre anunciado por la multinacional estadounidense Alcoa para sus plantas de aluminio de A Coruña y Avilés (Asturias). Apoyada por todos los grupos políticos y sindicatos, la marcha partió a las once de la mañana de la plaza de A Palloza para arropar a las centenares de familias afectadas por una decisión empresarial que aspiran a revertir. Al grito de "isto é a guerra, Alcoa non se pecha", "fóra ianquis, pandilla de mangantes", "Alcoa é galega, Alcoa é Asturiana" y "enerxía solución, un clamor popular reclamó la continuidad de la actividad industrial y de los 369 puestos de trabajo en A Coruña y los 317 en Asturias, desde donde se desplazaron unos 120 compañeros para la apoyar la manifestación coruñesa.

Hacia las doce menos cuarto la cabecera de la manifestación llegaba a la Delegación del Gobierno, mientras seguían saliendo manifestantes desde A Palloza. El ruido de los petardos, la música de las gaitas y el humo de las bengalas marcaron el ambiente del trayecto. Entre los participantes: obreros con ropa de trabajo, banderas gallegas y asturianas, familias con niños y mayores, y un nutrido grupo de políticos que se situaron detrás del comité de empresa de la aluminera y los representantes sindicales, que encabezaban la marcha. Todos detrás de una gran pancarta con el mensaje Peche non. Enerxía, solución. La misma con la que en 2014 lograron parar el anterior anuncio de cierre.

Al llegar a los jardines de Méndez Núñez, el presidente del comité de empresa de Alcoa en A Coruña, Juan Carlos Corbacho, y el alcalde, Xulio Ferreiro, se subieron a una tarima para pronunciar su discurso. Ferreiro insistió en la solidaridad y el respaldo que toda la Corporación municipal había trasladado ya el viernes. "Desde hoy y hasta que esto se solucione, todos los coruñeses y las coruñesas somos trabajadores y trabajadoras de Alcoa", reivindicó Ferreiro, que fue correspondido con un gran aplauso. "Sois un orgullo, la dignidad del movimiento obrero hecha realidad hoy aquí en A Coruña", continuó el regidor, quien consideró que no se puede ser "complaciente" con un sistema que permite que a miles de kilómetros -la sede de Alcoa está en el estado estadounidense de Pensilvania- se tomen decisiones que afecten a "familias que forman parte de la comunidad, consumen, crean riqueza, son coruñesas".