Faconauto es la principal asociación española de concesionarios de automóviles. El incremento de la presión sobre el gasóleo ha elevado los stocks de este tipo de coches y, advierte su portavoz, Raúl Morales, la industria no está preparada para poner fin al diésel con la velocidad que pretenden imponer las administraciones europea y española.
- ¿A qué atribuyen esta escalada de descalificaciones al diésel?
- Se puede decir que es una estrategia para remover conciencias y acelerar procesos. Pero es demasiado pronto para que se produzca lo que pretenden, que es acabar con el diésel de la peor manera. Es cierto que ha cogido velocidad desde el caso de Volkswagen, pero a nivel español todas las declaraciones que se han hecho no han favorecido a que se estabilicen las ventas de estos vehículos. Ya han caído con más fuerza de lo que el propio sector esperaba.
- ¿Tienen alguna estimación del impacto que ha tenido ya en la industria?
- En concesionarios las ventas han caído un 40%, la del canal de particulares. ¿Qué ocurre? Nosotros respondemos a la demanda, entonces quien no compre un diésel optará por uno de gasolina o un híbrido, así que seguimos vendiendo. El problema de los concesionarios es que tenían un stock de diésel que evidentemente tienen que sacar y está costando más vender. Además las entregas de los vehículos a gasolina se están retrasando porque hay mucha demanda. Si alguien quiere un diésel lo tiene prácticamente de un día para otro, hay stock más que suficiente.
- ¿Cómo afecta esto a los concesionarios? El adelanto por las compras debe ser importante?
- Les penaliza porque el concesionario, como dice, compra en firme el vehículo al fabricante, y tiene que financiar ese stock. Va en contra de su músculo financiero.
- Dice que se está acelerando demasiado un proceso de supresión del diésel. ¿Cuánto tiempo necesitaría el sector para digerirlo con garantías?
- El problema no es tanto el diésel como la exigencia en materia de reducción de emisiones, que es lo que está marcando la agenda de los fabricantes. Esta decisión de reducir un 25% de CO2 en 2030 es lo que va a marcar la pauta y obligará a correr mucho tecnológicamente, a que la llegada del vehículo eléctrico sea más rápida y que los híbridos se establezcan antes como una alternativa. Pero ojo, para llegar a 2035 antes tenemos que seguir utilizando la tecnología de la que disponemos ahora mismo, que es sobre todo diésel y gasolina. El diésel no va a desaparecer de la noche a la mañana, y todavía tiene un papel que jugar.
- Aseguran que han crecido las emisiones de CO2.
- Claro, es que como se vende más gasolina las emisiones medias están aumentando de nuevo, con lo cual es un contrasentido ir contra la tecnología y se consiga el efecto contrario al pretendido inicialmente.
- El sector ha advertido que no está preparado para la actual agenda de electrificación que exigen los gobiernos, y que eso provocará despidos.
- Se está focalizando mucho en la contaminación, pero solo en la automoción, y están dejando de lado toda la parte energética. La patronal europea ha alertado ya de que se está yendo muy rápido, y que puede poner en peligro puestos de trabajo. Al mismo tiempo, estas exigencias obligan al sector a hacer unas inversiones en investigación y desarrollo absolutamente brutales.
- O sea, que no hay marcha atrás...
- Ahora parece que la gasolina es el combustible verde. Pues no, se están diciendo cosas que no son ciertas. El diésel está prácticamente igual que la gasolina en emisiones, y no digamos ya en CO2, y a nivel de eficiencia de combustible uno diésel gasta un 25% menos. Nosotros decimos que, si realmente queremos atajar un problema medioambiental vinculado a la automoción, el mayor problema lo generan los coches antiguos. Hay un discurso muy enmarañado, con noticias falsas además en muchos casos.
