Los obreros de la fábrica de aluminio de Alcoa se niegan a aceptar que la planta vaya a echar el cierre después de 57 años de actividad. Muchos llevan allí toda la vida y, en algunos casos, antes que ellos estuvieron sus padres. "Levantamos el ERE en 2014 y lo vamos a levantar ahora", se repetía ayer Miguel Conde, operario y delegado del comité de empresa, tratando de coger impulso para las movilizaciones, a las puertas de la factoría. Decenas de trabajadores continuaban ayer bloqueando los accesos -su primera medida de presión hacia la empresa ha sido no dejar salir la producción-, donde montaron una carpa para cobijarse durante una acampada permanente que se mantiene día y noche. Por la tarde, un grupo de trabajadores prendieron fuego a una pila de neumáticos como muestra de la lucha que se disponen a librar contra sus despidos. Mañana recorrerán las calles de la ciudad en una manifestación que saldrá a las once de la mañana de la plaza de la Palloza en dirección a la Delegación del Gobierno.Al Ejecutivo central la plantilla de Alcoa le pide que mueva ficha para abaratar la electricidad con la esperanza de que un marco energético estable pudiera salvar la planta.